¡Adelante!

¡Renuncio!

¡Renuncio!

No es fácil asumir los retos. Muchas veces la primera palabra que se nos viene ante una dificultad que no preveíamos al asumir el reto es gritar «¡Renuncio!». Pero precisamente eso es lo que no debes hacer. La idea es seguir luchando sin cansancio, sabiendo que el reto es posible de vencerse si te lo propones y te esmeras.

Algunos dirán que eso suena a filosofía barata de autoayuda. Pero lo cierto es que viene del hecho de que he estado muchas veces derrotado, pero nunca vencido. Como decía Samuel Hayawaka «Obsérvese la diferencia entre lo que pasa cuando un hombre se dice a si mismo: ‘he fracasado tres veces’ y lo que ocurre cuando dice ‘soy un fracasado'». Si, la diferencia es diametral. Y ya que estamos en la parte de las frases, Winston Churchill solía decir «Éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo».

Y algo hay de eso: los Nazis, a pesar del fuerte bombardeo sobre Londres, no lograron convencer a los ingleses de rendirse por una razón: para los muertos, ya no hay cambio posible. Murieron y eso es definitivo. Para los heridos, hay que luchar, y si mueren, ya no hay cambio posible. Y si se mejoran, crece su voluntad de sobreponerse a las dificultades. Y para aquellos a quienes las bombas les pegaron cerca, no les dieron un día ni otro ni al siguiente, se empieza a generar un aura de invencibilidad: «soy inmortal, puedo ganar a cualquier riesgo y vencer a cualquier dificultad, nada me derrota, yo puedo. Yo puedo. ¡Yo puedo!». Y eso no cambia a menos que entren en el grupo 1 o 2, en cuyo caso o regresan a esta creencia, o mueren. Así que lo que procuraba romper el ánimo inglés acabó reforzándolo tanto que contribuyó a resistir y vencer a los Nazis.

Por eso, ahora que enfrentamos nuevos retos, complejos, complicados, contrareloj y hasta de vida o muerte: se vale tener miedo, se vale tener dudas, se vale acobardarse… pero no se vale rendirse. Hay que seguir hacia adelante.

Algunos dirán que estoy hablando sin ton ni son, sin dar detalles de lo que se trata. Y no, no los daré, más allá de que sepan que tengo retos personales y laborales, así como un par de proyectos en marcha que no son fáciles. Requiero mucha concentración y esfuerzo… Pero estoy seguro que van a salir bien.

Porque cada vez que me entra el nervio por rendirme, o la angustia, recuerdo todos aquellos momentos cruciales de mi vida en que he dicho «no puedo más»,  para descubrir que si podía. Y lo mismo aplica para lograr una cumbre que parecía inalcanzable en el montañismo, que para terminar un libro, que para escribir diariamente durante todo el año que para pensar hoy en rendirme: no salir, no abandonar, no dejar nomás por fatiga o miedo, y no dejar de moverse. Esa es la mejor receta.

Y no, no les deseo que bombardeen su casa o que tengan dificultades extra: simplemente les deseo que todo marche bien a pesar de las dificultades. ¡Adelante!

Imagen de hoy por Andee Duncan via Compfight

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