Ahogándose en la orilla

Ahogándose

Ahogándose

Hay quien me dice que la mujer de la foto parece que está ahogándose. Otros me alegan que en realidad está sonriendo. Y lo curioso de la foto es que ambas condiciones parecen ciertas. Es decir, si se ve una sonrisa. Pero también se nota un cierto dejo de angustia: cualquiera puede decir que, en efecto, está ahogándose. Y eso se refuerza porque la vida, la terca vida, a veces parece mezclarnos en situaciones igual de ambiguas.

Ahogándose tan cerca…

Y la verdad es que hay momentos en que me siento así. Muchos de los proyectos que empecé hace seis o siete meses están a punto de concluirse. Pero también estoy a nada de no lograrlos: siento que estoy ahogándome a nada de llegar a la orilla.

Ese tipo de situaciones son las cosas que, a veces, te hacen sentir que la angustia te paraliza, que no podrás resolverlo a tiempo. Volteas y ves las circunstancias reales, los datos duros: no hay manera de que todo salga bien. No hay recursos, tiempo o dinero suficiente para resolver las cosas rápido y bien.

Pero luego recuerdas todas esas veces en que, en circunstancias igual o más dramáticas, un giro sorpresivo y todo cambia. El día que vas a presentar la renuncia, y te avisan de tu ascenso. O el día que dices que ya te vas porque no aguantas a tu jefe, y te anuncian que lo despiden -antes de que puedas hacer lo mismo-. O el día que te quedan $50 en la bolsa, pero te hablan de un nuevo trabajo… Bueno, creo que les queda claro.

Y entonces te llegan los golpes de suerte, las serendipias. La idea que estaba sembrada desde hace meses, pero abandonada, empieza a florecer de golpe. El proyecto que hiciste en febrero y dejaste de lado porque «no servía», súbitamente y en cosa de 24 horas queda mejor y empieza a subir.

Me recordó esa historia kabalísitca de la que ya hemos hablado: el Mar Rojo no se abrió cuándo Moisés levantó su bastón en gesto dramático de expresión de poderío: se abrió cuándo el primer israelita que entró al mar tenía ya el agua al cuello… y siguió caminando con total certeza del resultado. Es esa certidumbre de que el milagro ocurriría la que hizo que el milagro pasara. Fue la certeza plena la que abrió el mar.

Piensa en tu vida y dime, ¿Cuántas veces la tenacidad te ha hecho conseguir lo que parecía imposible? ¿Cuántas veces las personas te dicen que «eso no se puede» para ser desmentidas por tus logros? No es fácil hacerlo y requiere mucha bravía y disposición. Y si, a veces me han fallado, y más a últimas fechas.

Pero luego te asomas a «nuevos materiales» que te presentan «descubrimientos recientemente confirmados» y terminas leyendo que es lo mismo que propusiste en un texto hace diez años. Y si, tal vez debiste hacerle caso hace diez años. Pero después del momento de una década atrás, el segundo mejor momento para empezar es ahora.

No me ahogaré en la orilla. Llegaré al borde. Y espero que estén allí para acompañarme.

(por cierto, este es el tipo de entradas que tendré durante el mes del Reto Blog: unas 500 palabras, poco más o menos. Pero serán diarias y no cada tercer día durante días hábiles. En la siguiente liga pueden ver más detalles de lo que es el tal Reto Blog.).

Imagen de hoy spablab via Compfight

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