Andar sin celular…

Andar sin celular...

Andar sin celular…

Estos días me pasó algo muy curioso: instale una nueva aplicación en el celular, en parte con la intención de poder seguir el Reto Blog con más intensidad y en parte para ganarme unos premios, y resulta que lo que logré fue agotar la batería más rápido.

En efecto, mi batería en menos de dos horas estaba completamente agotada. Esto me llevó a algo muy curioso: que propiamente al andar sin celular, pude observar más cosas en las calles y en las personas de lo que regularmente hago.

Vivir sin celular… dos días.

Gracias a no tener el aparatito en la mano, y de que el tiempo vuela cuándo no lo observas, parecía tanto que mi tiempo rendía más como que veía más cosas.

Es decir, si tenía 40 minutos para una cita que tenía que hacer rápidamente, sin celular -que cumple las funciones de reloj- dos horas y media después seguía en ella porque no había nadie ni nada que me recordará que tenía que moverme de inmediato a otro lado.

Cómo se podrán imaginar, esta situación me llevó a cosas muy curiosas: por ejemplo, a poder ver que ya está una Capilla Sixtina (réplica en tamaño natural) junto al Monumento de la Revolución. Pero no sólo eso: también me llevó a conocer el procedimiento para entrar, los tiempos de espera, los plazos, el lugar para obtener boletos gratis (http://www.superpase.com) y todos los detalles… que están en el cartel a la entrada. Regularmente hubiera buscado todo eso a través de internet en lugar de leer el cartel que está en la entrada.

Capilla Sixtina CDMX

Capilla Sixtina CDMX

Pero también sucedió que, gracias a Dios, pude estar pendiente de detalles que regularmente me hubieran pasado desapercibidos. Incluso en charlas con personas con las que estaba compartiendo  y regularmente no hubiera atendido al 100% (aunque sea viendo cuánot tiempo faltaba).

El celular, tu dueño y tirano.

Sí, al final llegue tarde a mi siguiente cita; sí, se me complicó un poco la agenda. También me decía «¿Cómo es posible que nada más hiciste eso tan poquito?» Pero por otro lado tuve un espacio para mi y una atención bastante más plena a las cosas.

Eso me llama la atención porque me hizo pensar si el celular es una herramienta que nos ayuda o un ente que nos esclaviza. Ambas tienen algo de valor en su argumento: es decir, la posibilidad de no tener que estar en la oficina para trabajar y tener a la mano todo… por ejemplo, me pidieron urgentemente un documento que tenía escaneado en mi correo y pude enviarlo en cosa de minutos, aunque estaba manejando cuándo lo pidieron (si: me hice a la orilla y me estacioné antes de mandarlo; no soy TAN bárbaro).

Así que no sé si estoy dispuesto a dejar de lado totalmente el celular, pero por lo menos ya decidí ponerlo «de vacaciones» un par de horas al día. Claro, informando a la familia que si me buscan estaré en un teléfono fijo o no estaré disponible durante cierto tiempo, para que no se preocupen en caso de no hallarme.

Esto porque esta semana me enteré de una amiga a la que le intentaron nuevamente hacer una extorsión telefónica con el presunto secuestro de su hija; hija que se encontraba exactamente al lado de ella, por lo cual no procedió. Le dieron ganas de responder burlonamente «Que bueno hija que te secuestraron, porque tú te lo buscaste al no hacerme caso. Ojalá te maten», sabiendo que su hija en realidad estaba con ella, pero por algo le dio miedo burlarse de los secuestradores.

Al final, borré la app vampiro, me quedé sin premio… pero con batería por 6 a 8 horas mínimo. Creo que prefiero apagar el celular voluntariamente antes que verlo morir de falta de energía rápidamente.

-Por cierto, esta entrada se hizo dictando en el celular, no escribiendo, por lo que si encuentran demasiados errores ya saben a quien culpar: al sistema de autocorrector y al software de dictado del teléfono.

La idea es hacer un llamado para que la herramienta está su servicio y no al revés. No se dejen dominar por el celular, que ustedes son el amo, no el sirviente de su aparato.

Imagen de hoy Creative Commons License Michael Derr via Compfight y @gjsuap tomada -otro día distinto al que comenta- con el celular.

4 comentarios

  1. En diciembre del 2014 me hablaron de la escuela de mi hijo para decirme que tenía migraña y que tenía que ir por él inmediatamente porque lloraba del dolor. Terminé la llamada y de los nervios en lugar de meter el celular a la bolsa del pantalón se cayó al suelo y OOOH NOOO murió dejando ante sí una pantalla de luces azules que me impedían hacer o contestar llamadas, mandar mensajes e incluso apagarlo. Lo dejé así hasta que la batería murió. Llegué por mi hijo a la escuela mientras mi celular aún vibraba sin sentido y lo llevé a casa a descansar.
    Estuve una semana entera sin celular porque aún no caía el aguinaldo y quería aprovechar para cambiar el aparato. Fui muy feliz esa semana, me sentía ligera, sin stress, mi trabajo lo hacía más rápido, aunque la gente no entendió que no podía contestarles en whatsapp, twitter o Facebook porque ay qué flojera prender la compu para revisarlos.
    Es muy lindo andar "a la antigua" pero luego pienso ¿Y si hay otra emergencia con mis hijos? así que pues aqui seguimos, con el celular pero ya no tan dependientes de él. Bonito día a todossss

  2. Héctor Del Valle

    La verdad es una gloria andar sin celular, aunque por otra parte, es muy útil cuando lo necesitas. No sé si sea mi lado sociópata o qué, pero me molesta que suene mi celular. De hecho muy pocas personas lo tienen, y saben que me pueden llamar si es algo sumamente importante , no para socializar.

    • Sin duda. Yo, por ejemplo, número que no tengo previamente registrado, no lo contesto. Así de simple. Y prefiero que escriban primero -Whatsapp o SMS- antes de hablar con alguien.

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