Edición vía Kill Your Darlings, secuelas del Taller

Edición vía Kill Your Darlings

Edición vía Kill Your Darlings

Lo leyeron aquí primero: la semana anterior volví a la escuela, ahora como estudiante. Asistí al taller de edición Kill Your Darlings que impartió Diego Fonseca.

Como sucede en este tipo de cursos, no puedo ni debo platicar a detalle lo que se presentó allí, ni compartirles los textos y recomendaciones que recibimos Mónica, Saskia, Erika, Estela, Paulina, Daniel, Rodrigo y yo (más tres o cuatro personas que no llegaron a la foto). A la derecha en la última fila está Diego Fonseca. Pero les puedo comentar que fueron muy positivos momentos para todos… aunque allí dan ganas de llorar.

Edición, esa horrible parte del proceso.

Confieso que lo que menos me gusta del proceso de completar un texto es la edición. Tal vez porque pienso mucho lo que voy a escribir antes de teclear, tal vez porque me parece que es darle vueltas a lo mismo, como si se pudiera mejorar demasiado. Sí, si lo hago; no, no me gusta tanto.

Ya saben que me encanta la frase de Hemingway «Escribe ebrio, edita sobrio», entendida como dos momentos distintos, uno lleno de pasión y emoción y el otro más frío y racional. La única vez que escribí ebrio me salieron algunos de los mejores textos que he hecho… y unas páginas auténticamente ilegibles. Lo bueno es que edité después… crudo. La edición la entiendo como un segundo momento. Y me gusta que sea breve.

Aún así, en el taller salió a colación que hay autores que escriben 27 versiones del mismo texto… antes de mandarlo a su editor para una primera revisión, y posteriormente el intercambio entre ambos rebota por, al menos, diez veces en cada sentido. Acá no suelo dar más de cuatro vueltas en ambos casos, entre revisión propia y comentarios de mi editora. Claro que una de las lecciones aprendidas es que tengo que empoderarla más para que me corrija mucho más y no nos quedemos en meros errores de dedo y cambios importantes pero pocos. Ahora deberemos debatir mucho más ciertos contenidos del texto.

Edición, un ejemplo.

Uno de los textos que analizamos fue un microrrelato de una compañera. Ya ha participado -y ganado- concursos literarios con ese texto. Aún así, un equipo de diez personas, escritoras y editores, escritores y correctoras, pasamos una hora debatiendo en torno al texto de apenas 900 caracteres.

Si debía quitar un adjetivo, mover una línea antes de otra, usar una forma verbal activa en vez de una pasiva; definir o no el sentido final del texto… de todo eso hablamos. ¿Se redime el personaje o se pierde? ¿Se podría continuar después? ¿Qué tan autobiográfico es el texto? ¿Tiene sentido escrito de otra forma? ¿Y si usas otra frase en el final, distinta del actual? ¿Si lo cortas antes, si lo agrandas…?

Para no hacer una historia larga y no dar detalles confidenciales, debo decirles que el cuento mejoró, y mucho, al tiempo que acortó su longitud sensiblemente. Lo que puede no parecer demasiado, hasta que consideran que no tenía ni una cuartilla. Y aún así, es una historia redonda, profunda, conmovedora y que vale la pena leer y releer. Y más una vez que fue editada con los ajustes de todos.

Edición en mis tareas.

Descubrí que buena parte de mi metodología para escribir rápido -que expongo en Escribe Hoy– son tareas adecuadas y precisas. La estructura del texto que presenté está bien, la idea fluye, hay conflicto; debo pulir algunos detalles importantes como:

  • Personajes que aparecen o desaparecen; que nunca estuvieron y «surgen» o que están allí y no se ven hasta que «hacen algo» para volver a desaparecer.
  • Añadir más descripciones. Si bien prefiero centrarme en diálogos y acciones y dejarlos imaginarse mucho -como las descripciones físicas de los personajes-, debo incluir más detalles de clima, aromas, colores y aspectos para atrapar más al lector. Pareciera que la acción se desarrolla en una pantalla verde, para que le añadan el fondo que quieran. Y eso causa un texto menos poderoso.
  • Menos es más. A veces preocupa más llegar al conteo de palabras o a la longitud deseada que la calidad del texto. Puedo mejorar si lo hago más breve.
  • Debo olvidarme del lector. No se trata de darles gusto o de poner «lo que esperan» encontrar, sino de hacer lo que debo hacer, le guste o no el resultado final a los lectores.
  • Mi editora debe tener más libertad para criticar y proponer. Es como mejora el texto.
  • Escribir es un ejercicio de pensamiento refinado. Golpear teclas cualquiera puede hacerlo; usar un copiar-y-pegar, también. La creación… la creación requiere refinamiento al pensar, dedicar meses en un texto en lugar de minutos. Dejar reposar antes de volver a leer.

En fin, seis ideas que vale la pena considerar para mejorar mi forma de escribir y hacerlo mejor. Porque alcanzar los altos resultados a ratos puede necesitar 27 borradores de un primer texto, sin olvidar que en algún momento debes parar y darlo por terminado. Un texto «publicado» es mejor que un texto «perfecto».

Así que el taller me dejó secuelas que espero les beneficien a Ustedes, mis lectores. Gracias por estar y por compartir.

 

 

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