Hoy no me puedo levantar

A las butacas

A las butacas

No es sólo la descripción de mi estado anímico tras las vacaciones… Aunque algo hay de eso. Me refiero a que en fechas recientes fui al teatro a ver el musical «Hoy no me puedo levantar», y aquí les comento al respecto.

Hay una tendencia reciente entre los productores de musicales para no «crear» obras desde cero, sino tomar historias y canciones ya conocidas por el público, pero de manera que se integren con una historia que las enlaza entre si y que le da «coherencia» de obra de teatro a lo que podría ser una colección de canciones sueltas. Por supuesto, la obra construída así adolece de falta de fuerza teatral, pero garantiza una receptividad del público mayor: ya conoces las canciones y tienen una carga emotiva previa, por lo que al unirlas en una obra la respuesta puede ser muy positiva.

Con este esquema se ha integrado obras como «We will rock you» basada en canciones de Queen – y de la que hablamos en «Y la reina rockeó«-, «Mentiras» basada en canciones de la década de 1980; «¡Si nos dejan!«, basada en canciones rancheras y del cine de oro mexicano; o «¡Mamma mía!», basada en canciones del grupo ABBA, todos ellos espectáculos que pudimos ver en los escenarios nacionales. Y en todas, la situación es similar: las canciones ya nos generan un estado emocional, y la obra sirve, con mayor o menor éxito, para hilarlas. A veces bien, a veces mal.

«Hoy no me puedo levantar» es un musical basado en las canciones de Mecano, que aparenta ser un «mockumentary» o falso documental sobre la historia del grupo. Ello porque vincula una historia de amor con la historia de la conformación de un cuarteto que trata de abrirse camino en la España del post franquismo. Y aunque algunos de los elementos de la historia si corresponden a la forma en que Nacho y José María Cano y Ana Torroja se abrieron paso en su carrera, otros no son ciertos. Por ejemplo, es cierto que su primer contrato musical llegó de la mano de CBS al ganar un concurso; o que Raúl Velasco fue quien los introdujo a México. También es cierto que canciones como «7 de septiembre» o «La fuerza del destino» son de corte autobiográfico.  Pero, por ejemplo, jamás fueron un cuarteto y no tuvieron problemas con drogas – que los inhabilitaran para actuar, porque no dudo que las probaron e incluso las usaron con frecuencia… aunque no me consta.

Como en otras obras-adaptaciones, hay que crear nombres de personajes afines a las canciones (por ejemplo, Mario y María, estelares de la obra, que se conocen en el Bar 33, nombrados así por «Cruz de navajas»); hay canciones que entran con calzador («Eungenio Salvador Dalí» [Si, la canción se llama Eungenio, no Eugenio] y «Laika» son parte de un «pasón» por drogas) y otras que tienen un lugar especial y no dejas de corear («No es serio este cementerio» es una de ellas). Y, además, es como obligatorio tratar de compararlas con lo que fue la adaptación anterior, presentada por otra compañía teatral en otro teatro a finales de la década pasada. Confieso que hay un par de canciones que están mucho mejor logradas tanto en actuación como en arreglo, y una de las mejores secuencias la cambiaron de lugar y la sacaron de contexto (precisamente la secuencia del concurso de bandas, que se vuelve una especie de serenata a cuatro voces).

Sin embargo, lo que si hay que destacar del actual montaje que se presenta en el Teatro Aldama es la tramoya: pocas veces se ha visto en el teatro nacional un manejo tan extraordinariamente bueno de los recursos digitales disponibles para hacer del teatro un espectáculo envolvente. Lo mismo pantallas de plasma, leds, proyectores sobre telones transparentes u opacos; la iluminación de la utilería, luces, nubes, jugar con el telón como parte del vestuario… todo elemento de la tramoya se utilizará de múltiples y magistrales formas a lo largo de la obra. Y eso se logra de manera realmente notable.

Añádanle que los actores y actrices que llevan lo mismo los papeles principales que los secundarios son profesionales y talentosos; que los ballets tienen en general buen ensamble -aunque no falta alguien que da pasos antes o después que el resto-; las coreografías suelen ser buenas y buen ejecutadas y que las canciones y la música son muy conocidas y realmente disfrutables, con buenos arreglos, y tendrán una obra que vale la pensa ver.  En particular disfruté mucho las actuaciones de María (Melisa Barrera, @MelisaBarreraM ) y del Chakas (Rogelio Suárez, @erresuarez), mi nuevo «primo adoptado» junto con Cecilia Suárez… 🙂

Algo más que hay que decir: parece que la adaptación se hizo teniendo en mente al mercado «gay»: lo que era un personaje afeminado se vuelve todo un grupo de travestis; los bailarines varones están más espectaculares que las mujeres (en su mayoría, se ven aniñadas, en contraste con hombres altos y musculosos); e incluso números icónicos como «mujer contra mujer»  tienen un componente más gay que lésbico. Añadan unos besos homo y con un fuerte componente de consumo de drogas, lenguaje vulgar y hasta soez, y tienen una obra no apta para menores de 10 años (lo establecen los productores en taquilla). Lo que no le quita calidad: así fue el mundo de la «ex católica España» tras salir del yugo fascista del dictador Franco.

Entre lo malo: la ecualización. De repente se pierden totalmente las voces, como si no abrieran los micrófonos adecuados, y con frecuencia la estridencia llega a lastimar los oídos. No sé si es porque en la función que nos tocó una sonora granizada entorpeció parte de la obra y querían «compensarla» ganándole en volumen, o si se trataba de un error en la tornamesa. Más de una vez estuvimos a punto de dejar la sala en lo que se corregía el problema. Y es una pena que una producción magnífica y una buena actuación se arruinen por eso. El señor Gou deberá estar al pendiente del detalle que arruina un gran trabajo de producción.

En fin. La obra es muy recomendable, especialmente para quienes fuimos jóvenes a la par de Mecano. Encontraremos muchas canciones que son viejas conocidas, vestidas con nuevos arreglos y si bien se extraña la voz de Ana Torroja, nos demuestran que la buena música se preserva y puede aguantar hasta cambios de vocalista o arreglos distintos. Y, en no pocos momentos, la obra nos hace reír, llorar y emocionarnos. Con gusto la vuelvo a ver (si alguien me invita…)

Por cierto, agradecemos a nuestros amigos de @alasbutacas habernos conseguido boletos con un buen descuento y para la fecha precisa que queríamos. Los invitamos a seguirlos en Twitter y estar al pendiente de descuentos y promociones que pueden ofrecerles para esta y otras obras. Y si son tuiteros, súmense a su #RetoTeatromanía.

Imagen de hoy Thomas Hawk via Compfight

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