Pelear para sobrevivir o para triunfar

Pelear para sobrevivir o para triunfar

Pelear para sobrevivir o para triunfar

Pelear para sobrevivir o para triunfar. En principio, pueden requerir el mismo nivel de energía. Pero los resultados son muy diferentes. Y lo único que cambia es el estado mental en que pueden ocurrir ambas cosas. Defenderte, atacar, estar atento… ambas pueden realizarse de la misma manera. Pero una misma acción puede tener cualquiera de los dos estados mentales y llevar a resultados muy diferentes. ¿Debes pelear para sobrevivir o para triunfar? Eso hace un mundo de diferencia.

Tras un periodo de silencio con lo que son mis nuevos planes y tareas, empecé a compartir las ideas con algunos amigos y colaboradores. Y me reiteró la idea de que, o estoy muy muy mal por ver lo que nadie más alcanza a ver, o soy el único que ve la oportunidad y está dispuesto a hacer lo que se requiera para hacer que las cosas pasen. Y si, me entra miedo y dudas de ver todas las quejas y objeciones que le ven a mi plan. «Es decir, te volverás un spammer». «Eso está bien, pero… tal vez deberías primero conseguir un empleo fijo y luego dedicarte a eso».

Pelear contra uno mismo.

Lo peor de esta pelea entre supervivencia y victoria pasa por el hecho de que debes derrotarte a ti mismo. Y eso no siempre es fácil. El mayor crítico eres tu mismo. Pero no eres el único. Lo complicado empieza cuándo personas que valoras y estimas te demuestran las fallas o puntos débiles de tu plan. Y creo que no lo tengo al 100% claro, en dónde no logré convencerlos, sino sólo logre que dudaran -tanto como ellos me hicieron dudar a mi-.

En la tradición Kabalística hay una corriente con una interpretación peculiar: Satanás no es el “demonio” tan temido, sino es el término que utilizan para “el oponente”. Por lo tanto, es quien procura arruinar todos nuestros planes, ponernos trabas adicionales, dificultades inesperadas y es capaz de hacer que las cosas no pasen como esperábamos que sucedieran. Es a quien debemos derrotar para lograr triunfar en la vida.

Lo más notable no es eso, sino que en esta visión Satanás es nuestro Ego. Es decir, el diablo no es una criatura de cuernos, cola y con tridente que quiere llevarnos al infierno, no; es esa voz interior en nuestra cabeza que se opone a todo lo que queremos hacer, sea bueno (porque no es lo suficientemente bueno) o porque es malo (y nos dice que podría ser peor). El Ego – Oponente – Satanás es esa fuerza que nos induce a hacer las cosas de manera distinta a como pensábamos hacerlo. Y “renunciar a Satanás y todas sus obras” implica simplemente dejar de ser egoístas en nuestras tareas y metas. Por ello, vencer al Ego implica derrotar esa voz opuesta al interior de nosotros, implica derrotar a Satanás y salir del infierno de dudas e infelicidad que nosotros mismos nos imponemos.

Esa visión encuentra un enfoque similar en otras tradiciones: Transformarse, cambiar uno mismo, es la mejor manera de hacer que las cosas sucedan y de mejorar nuestro entorno. Gandhi ya lo dijo: “sé el cambio que quieras ver en el mundo”. Por eso la mejor manera de hacer que algo suceda es convencerte a ti mismo de que lo puedes hacer, vencer las dudas, visualizar el éxito y trabajar fuerte para lograrlo.

Pelear contra los demás.

También a veces es necesario sostener nuestros puntos de vista en contra de otras personas. Pueden ser amigos cercanos que ven los defectos de nuestros planes y no sus posibilidades reales. A veces esas personas tienen argumentos válidos, sólidos, basados en su experiencia que pueden contribuir a hacer las cosas diferentes.

Es más complicado cuando un experto en el campo te dice que no se puede. Recuerdo por ejemplo la charla “The art of the Start” (que ya he comentado alguna vez) en la que Guy Kawasaki señala que los mayores problemas surgen con la Bozosity, esto es cuándo un experto dice que tu idea no funciona pero se equivoca. Kawasaki cita al director de IBM que decía en los años 1960 “creo que hay un mercado mundial para 30 computadoras” o a los directores de Western Union, la compañía telegráfica más importante de Estados Unidos que escribió en un memorándum que “ese invento reciente, el teléfono, no tiene ninguna utilidad práctica y no implica ningún valor para esta empresa”. el tiempo demostró que esos expertos fallaron miserablemente en sus estimaciones.

Tal vez por eso dice la tradición Zen que “hay que aproximarse a las tareas con mentalidad de aprendiz”. Esto es, los expertos creen que saben la mejor o la única forma de hacer las cosas. Y por lo tanto se cierran a cualquier variación, innovación o mejora. Ni modo, hay veces que es necesario reinventar todo, como las personas que hacen algo sin saber que está mal hecho… porque no son expertos. Y, al hacerlo, revolucionan el sector del que se trate.

Pelear con argumentos.

Hay una línea muy delgada entre no aceptar la critica y reconocer cuándo necesites corregir cuándo te equivocas al estimar. Puedes dejar de ver las verdaderas fallas que tiene tu proyecto. Pero si le empiezas a hacer caso a todas las sugerencias… acabas no haciendo nada, más que perder el impulso.
Hace poco me encontré un consejo que es muy bueno: “no le pidas opinión al público sobre tu negocio; dile que te apoye con dinero. Porque todos te dirán sus opiniones negativas sobre tus ideas pero no te apoyarán a hacerlas. Pero en el momento en que pides que te apoyen con dinero, que compren un prototipo, verás que dejan de hacer sugerencias. O, al menos, creen en tu proyecto y ponen su dinero donde está su boca como dice el refrán”.

En particular, respecto a mi novela en marcha… las mejores sugerencias vienen de quienes ya realizaron su aportación a la Fundación NaNoWriMo en respaldo de la novela. Y ya saben que tenemos hasta el fin de este mes para aportar en http://www.classy.org/gjsuap2015.

Alguien me dijo recientemente: «no sé como lo haces, pero lo haces. ¿Cómo puedes hacer tantas cosas?» Tal vez uno de los motivos es un buen manejo del tiempo (explicado en parte en el libro «Domina tu tiempo en 10 minutos al día«). Pero el otro es que suelo escuchar a pocas personas, y aún así, ser lo suficientemente necio para apegarme al plan hasta lograr el resultado.

Pelear para triunfar.

Por ello valoro mucho las opiniones y quejas que recibí sobre mis proyectos. Pero seguiré adelante con los pequeños ajustes que si tienen sentido. Se que se muestran los verdaderos amigos cuándo te dicen lo correcto y no lo que quieres oír. Si haré los ajustes necesarios al proyecto derivados de algunas sugerencias que he encontrado realmente valiosas (por ejemplo, si la mayoría de los proveedores y clientes están en Estados Unidos, eventualmente conviene hacer una empresa allá que sea la cara del proyecto para ese mercado). Eso puede atrasar los tiempos de maduración de las ideas y de los resultados, pero el éxito será mayor y con menos dificultades.

A final de cuentas, si toma el mismo esfuerzo pelear para sobrevivir que pelear para triunfar, más vale cambiar la mentalidad, asumir que viene un triunfo y luego hacer todo lo necesario para que eso suceda. Claro, siempre atendiendo al sentido común y venciendo al Oponente, al Ego que a todo se opone. No es fácil, pero es posible.

Imagen de hoy Joaquim Cazorla via Compfight

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