Reto contra el celular tirano.

Nadando en el iPool

Nadando en el iPool

El teléfono celular es sin duda una gran herramienta. Nos mantiene comunicados, nos informa, nos entretiene. Y los nuevos modelos de smartphones, que son una tableta en miniatura, tienen toda la capacidad de ser auténticas computadoras en la palma de la mano.  Yo confieso que desde que adquirí mi Galaxy S4, dejé de añorar la iPad que se me dañó totalmente – y de las que les conté en iCrash– y buena parte de lo que hacía allí lo hago en el dispositivo móvil sin mayor problema y en menos espacio. Y por muy sencillo que sea, el celular tiene «algo» que nos hace concentrarnos en él, sea para mandar un sencillo SMS o para ver toda una película en HD en los más modernos. Es una gran herramienta sin duda.

Pero a últimas fechas el abuso en los celulares ha empezado a generar un fenómeno incómodo: los presentes-ausentes. Personas con quienes estás físicamente junto, pero a quienes no atiendes por estar viendo el celular constantemente. Somos como zombies en vida, pero no del todo muertos. Es una cosa extraña. Ustedes lo han visto… o lo están padeciendo en este momento, si leen esta entrada del blog mientras están con alguien. (Primero terminen de leer, luego regresan al mundo físico…).

Con algunos amigos tenía el reto de dejar de lado 15 minutos el celular cuando comemos juntos; pero hacemos pausa para verificar el mundo digital -y en ocasiones, comentar sobre lo que comentamos en los 15 minutos anteriores-. Y no es mal ejercicio, pero sigue viviendo la idea de que lo digital es importante.

Entonces llegó el reto contra el celular tirano. Nos juntamos 10 amigos a cenar con un verdadero hito: ponemos todos los celulares sobre la mesa, boca abajo. La cena debe durar 2 horas mínimo. El primero que tome su celular, paga la cena. Todos los demás pagan $500 de multa para abonar al costo de la cena. Si suena el teléfono, pueden ver quien marca -a condición de no contestar, en cuyo caso se aplican las multas-. No pueden ver menciones en Twitter, Whatsapp ni ninguna otra red. A tres personas se les permitió tener el teléfono boca arriba, pero sólo podían ver si había una llamada entrante y a condición de que no haya contacto físico con el teléfono, y así decidir si valía la pena tomar la llamada. Y la excepción se puso porque uno tenía a su mamá en el hospital y otros dos esperaban llamada de sus jefes para confirmar una cita al día siguiente. Es decir, situaciones verdaderamente extremas (Pero aún así, cumplieron el reto).

Lo que pasó a continuación fue algo extraordinario: después de unos 15 a 30 minutos de ansiedad de cada uno de los integrantes de la mesa -para unos intensa pero poco tiempo, para otros leve pero permanente; confieso que yo estuve en el grupo de mucha ansiedad mucho tiempo-, en realidad nos desconectamos del mundo digital y tuvimos trato humano por primera vez en mucho tiempo. Bromas, comentarios de planes, metas vitales; proyectos y programas nuevos, ironías, juegos de palabras, risas (muchas risas), reflexiones importantes, conversación sobre la comida… Un trato humano que hace mucho no sentíamos en un grupo tan grande y tan integrado a la vez. Y si, el reloj pasó más de dos horas y, por lo tanto, nadie perdió el reto -y no llegaron las llamadas urgentes que tanto temían algunos-.

Total, que les invito a asumir el reto contra el celular tirano: la próxima vez que se reúnan en un grupo de cuatro o más, comprométanse a dejar el celular en la mesa, a la vista de todos, pero no tocarlo ni atenderlo por una hora mínimo. El que falle, paga la comida -o la bebida- de todos los presentes. Verán que interesante situación.

Y en caso de que quieran defender al celular tirano, les dejo este video que representa muy bien el peligro de deshumanizarnos y desconectarnos al estar juntos, por el hecho de estar digitalmente conectados. Y contra eso es el reto del celular tirano. A ver si siguen apoyando al tirano que les reto a vencer.

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Imagen de hoy Creative Commons License JD Hancock via Compfight Video por charstarlenteTV desde YouTube.

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