Sufriendo la abstinencia.

Abstinencia...

Abstinencia…

Debo confesarlo: esta fue una semana particularmente atípica, difícil, complicada, engorrosa… y todo por el síndrome de abstinencia. Me tuvo nervioso, disperso, sufriendo, padeciendo en el trabajo y en la casa, literal y textualmente, sufriendo la abstinencia. Y eso no tiene que ver con que el médico me retirara el café, el picante o los refrescos. Tiene que ver con otra cosa, a la que me ha quedado claro que soy bastante más adicto de lo que creía hasta ahora. Pero ni modo, así es la vida y tendré que aprender a lidiar con ello, de una forma o de otra.

Resulta que desde el fin de semana, mi celular ha tenido a bien no «hablarse» con su tarjeta SIM -la que la conecta a la red- y eso implica que no he tenido ni Internet ni teléfono celular. Que no puedo entrar a Twitter. Que debo revisar mis correos en la computadora… que, en fin, tengo menos red de la que necesito.

Agreguen que mi celular funciona como «ruteador» o enlace al Internet cuando nuestra red alámbrica de la oficina se satura, se cae o falla… lo que suele ser muy frecuente. Digo, si piensan que es casi una conexión casera «normal» que soporta casi 20 equipos, y que un solo archivo puede pesar 200 Mb. Lo que en una conexión de casa «normal» puede subirse en unos seis minutos, aquí puede demorarse dos horas -en parte porque se «desconecta» y vuelve a iniciar a cada rato-.

Esta semana comentaba en Twitter que mi escritorio es prácticamente Paperless: con una computadora de escritorio, una laptop, una tableta, una Kindle y un celular, la gran mayoría de lo que hago es digital. Cada cosa tiene una función y todas están conectadas entre si, aunque tienen cosas exclusivas de cada uno.

Por ejemplo, el Kindle sirve para leer e-books y archivos PDF, incluso bajo la luz del sol y cabe en el bolsillo, para esas horas de traslados o esperas es ideal. La PC es la única que se conecta a la Intranet, pero tiene bloqueadas cosas como redes sociales y periódicos. La Laptop, además de móvil, me permite tener los proyectos personales -como los avances de libros o de sitos web-. La tableta permite tomar notas en movimiento y, como entra fácil en una carpeta, no hay que registrarla al entrar o salir de los edificios que solemos visitar -además de tener la colección completa de Angry Birds, incluyendo el nuevo «Go!». Y el celular… me comunica con el mundo en voz y por aplicaciones de charla. Total, cada cosa en su lugar y para su tarea, muy aristotélico. (Para los que no ubican por qué, vean las láminas 9 y 11 de esta conferencia). ¿Y el reloj de arena? Bueno, no todo debe ser tecnológico o moderno… (si, dura 4 minutos exactos y sirve para medir la redacción de cada párrafo…)

En fin. Que además de la sensación de estar incomunicado, desinformado y fuera del alcance en las emergencias -al jefe de mi jefe le urgía hablar conmigo, y se comunicó por «vías alternas» a falta de celular-, hay muchas cosas que quería avanzar y no pude hacerlo a falta de red. Entre otras cosas, poder ofrecerles los libros «Lo Mejor de Dichos y Bichos» y «De hormigas a tiburones» no solo como e-book, sino también en papel.  Veremos si la siguiente semana lo resolvemos… o no.

Mientras tanto, paciencia con este pobre adicto que está sufriendo la abstinencia.

 

Imagen de hoy porHenti Smith via Compfight

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