El día de ayer se estrenaron dos gobiernos locales: uno en Veracruz, a cargo del PRI y con Javier Duarte al frente del mismo; otro en Oaxaca, a cargo de una amplia coalición opositora y encabezado por Gabino Cue (en Twitter, @GabinoCue). Entre el público asistente a ambas ceremonias destacaron los precandidatos -no oficiales- Enrique Peña Nieto del PRI en Jalapa y Marcelo Ebrard Casaubón del PRD en Oaxaca. Según las crónicas ambos personajes fueron los invitados más aplaudidos en sus respectivas sedes.
Cabe destacar que no asumió ningún gobierno local panista y por tanto los posibles precandidatos de ese partido no tuvieron pasarela; en el evento de los diez años del panismo al frente del gobierno federal quien más lució fue el presidente Calderón y no sus posibles sucesores.
En un país con una democracia racional y pensante, los experimentos de los gobiernos locales de Veracruz y Oaxaca deberían ser un laboratorio adecuado: ambos estados tienen riquezas y problemas; ambos terminaron gobiernos cuestionados por franjas importantes de su población, aunque muy apoyados por otros grupos locales; en ambos casos los gobernadores salientes fueron legalmente cuestionados -uno por represor, otro por intervencionismo en las elecciones- pero aún están en proceso y posiblemente queden exonerados. Sería ideal que en este año se viera qué logros concretos puede hacer un gobernador del nuevo PRI y qué logrará un gobernador de coalición.
Para el primero el reto será no dar la imagen de impunidad, ganar eficiencia y transparencia, ofrecer programas sociales nuevos y proponer soluciones a los problemas del estado. Para el segundo el reto será no dar la imagen de impunidad, ganar eficiencia y transparencia, ofrecer programas sociales nuevos y proponer soluciones a los problemas del estado… ¡Pero qué casualidad!
Tristemente, no estamos acostumbrados a pensar el voto, a contrastar opciones o evaluar éxitos de política. Será el aplausómetro el que más ayudará a definir el voto de una mayoría de personas. Lo ideal será aprovechar este laboratorio. Lo real es que el más guapo y con mayor presencia podrá ganar en simpatía popular lo que su propuesta no tenga de viabilidad real. Así andamos.