El buen periodismo es una quijotada. Nace con la búsqueda de la verdad, pero a final de cuentas necesita financiamiento. Y cuando se privilegia el quedar bien con el financiamiento, surge el mal periodismo. Hacer buen periodismo es posible, pero difícil. Como dice el adagio, «periodismo es el arte de llenar con noticias la parte de atrás de la publicidad».
Hay cinco grandes modelos de periodismo en lo que se respecta a la pregunta clave «¿quién paga las noticias?». El primero es el público lector. El segundo es el anunciante. El tercero es el gobierno. El cuarto es un promotor. El quinto es el mismo editor. Y aunque es posible que un medio mezcle varios, en diferentes proporciones, es poco probable que se escape de ellos. Pero para tener viabilidad económica como negocio, los tres primeros son claves.
Cuando el público lector paga un medio es porque está dispuesto a comprarlo de manera regular o suscribirse a él. Para ello, el público debe ser abundante y fiel, puesto que sus cuotas deben ser suficientes para cubrir todos los gastos. O una parte de ellos tan grande que permita sobrevivir un boicot publicitario. La Jornada y Proceso son ejemplos de ello. Incluso, Proceso es uno de los pocos portales de paga en México.
El anunciante suele ser el principal promotor de un medio. Paga por un interés propio: el de que se publique lo que él quiere decir sobre su bien, producto o servicio en un espacio claramente identificado como publicidad. En principio, no se mete (o no debería meterse) con el contenido editorial; simplemente, pide que se tengan muchos lectores o escuchas. Publimetro es el caso paradigmático: este periódico regala 18 millones de ejemplares en 56 ciudades y 15 idiomas, todo pagado por los anunciantes.
Cuando un gobierno paga, sea publicidad u otro tipo de subsidios a un medio, y se vuelve el principal promotor, tiene dos puntos débiles: erosiona la credibilidad del medio y no logra que su mensaje avance a una audiencia más amplia. Tipicamente, un medio que es elogioso y poco crítico a un gobierno es poco creíble. A menos que sea un medio estatal en un contexto de fuerte estatismo. Ejemplo de ello es el diario Granma de la isla de Cuba. Pero en México esa actitud mató a El Nacional, y tiene heridos de muerte a múltiples medios que sobreviven vendiendo su devolución para hacer cartón.
El cuarto modelo es cuando una persona cubre el total del costo. Esto es poco común, porque más que un periódico o revista se trataría de un folleto publicitario para un donante. Este tipo de modelo ocurre mucho en las gacetillas de corte vecinal o municipal, que se reparten en pequeños territorios con un patrocinador único. Incluso, hay medios nacionales en los que el grueso de la publicidad se obtiene de compañías filiales al grupo empresarial dueño del medio.
El quinto modelo es como este blog. El editor, autor y escribidor cubre todos los gastos -hosting, investigación, redacción- y su alcance está limitado. Se da a conocer por publicidad de boca en boca. Dado que el costo es bajo, puede mantenerse operando fácilmente. Claro que el internet ha permitido que cada vez más y más personas puedan ser estas «empresas de una persona» y que al acumular relaciones, lectores y demás pueden crecer a otra cosa. Por ejemplo, este blog busca el financiamiento del modo más puro: donaciones de los lectores. Si se fijan, no hay publicidad aquí, más allá del botón de donante que está en la parte baja derecha. Ni siquiera Google Ads. Ojalá más personas usaran el botón de donación…