Para muchos latinoamericanos, Mafalda y sus amigos son fundamentales. La genial creación de Joaquín Lavado «Quino», nos ha acompañado por muchos años levantando nuestro ánimo y haciéndonos reír. Esta pequeña argentina, demasiado politizada para su edad, nos llenó de frases y chistes que se volvieron referencia.
Y vaya que es todo un fenómeno: pósters, películas, libros -muchos de ellos- reediciones. Y lo que considero «el único libro sagrado escrito en el Siglo XX»: Todo Mafalda. Sí, sé que suena a exageración. Pero compila en él los 12 libros individuales, más material complementario y aclaratorio. Además de algunos otros elementos -como los posters que hizo la ONU para el «año internacional del niño 1979», en que Mafalda y sus amigos hablaban de los derechos de los niños.
Y digo «libro sagrado» porque tiene frases o aforismos profundos, que llaman por igual a nuestra humanidad más salvaje o a nuestros logros más brillantes como especie. Son frases cortas -a veces, con imágenes que le dan sentido- que todos podemos repetir.
Mi familia (padres, hermano, pareja e hijos) tenemos muy presente sus tiras y tal parece que a veces hasta podríamos decir: «Libro 8, tira 4, cuadro 16» para citar algún aforismo o frase determinada. Muchas veces, verdades claras. Otras, reflexiones irrefutables. Por ejemplo, vean la última imagen de la entrada «Encuestas, análisis y otras cosas electorales» de junio de 2018. Creo que nadie pudo rematarla mejor que la propia Mafalda.
Ánimo desinflado Y pinchado.
En estos días en que el Internet de la home office ha estado fallando, hay muchas cosas que no he podido hacer como acostumbro. Algunas pequeñas y triviales, como respaldar el Whatsapp. Otras relevantes, como avanzar los videos del nuevo curso en línea de «Escribe Hoy«, para quienes no pueden ir a los talleres presenciales. Y el colmo: recién me di cuenta que la decisión de no ponerle antena a la TV y haber cancelado Cablevisión «porque con Netflix y YouTube estoy cubierto» está limitado a que haya redes. Sin red no hay nada en la tele -excepto, tal vez, algún DVD o BlueRay de colección… porque hace un par de años que no compro nada nuevo-.
Pues bueno, anoche andaba medio desanimado y llegó mi hija Sophia a… desanimarme más. O no: más bien a tener un momento importante pero complicado. A darme cierto tipo de impulso. Distinto, diferente…
Y entonces, en un momento así, no me acordé de un poema épico. O de una frase bíblica. Tampoco de una enseñanza búdica o chamánica: Fue una tira de Mafalda la que me vino a la mente. Aquella en que Felipe está en su célebre sillita, sentado sin hacer nada y dice: «Bueno… me voy a hacer los deberes». Pero no hace nada. No se mueve. Y entonces… Entonces mejor la ven, para no arruinar el chiste:
Y sí: «la voluntad debe ser la única cosa del mundo que cuando está desinflada necesita que la pinchen». Y vaya que me «pinchó el ánimo» que ya andaba medio desinflado de todas maneras. Lo agradezco, pero puede ser incómodo.
Mafalda como guía.
Total, mi recomendación -además de ir a «hacer los deberes»- es que le den otra vuelta a los textos de Mafalda. Seguro se encontrarán demasiados aforismos y situaciones acordes a la vida diaria.
Porque la magia de Quino fue esa: poder encerrar grandes verdades en pequeñas frases. Y aunque le dio por matar a esta pequeña niñita hace ya casi cinco décadas, sigue estando viva y vigente para muchas personas. Aunque el líder de la ONU ya no sea U-Thant, la guerra de Vietnam se haya acabado o no podamos conseguir «nervocalm» en la droguería de la esquina para esos momentos en que los hijos pequeños nos preguntan «qué es el erotismo»… como le pasó al papá de Mafalda. Y al dependiente de la farmacia en la que fue por las gotas calmantes.
Imagen del día: Mafalda por Gonmi