Cerremos esta semana dedicada a repensar algunos hechos pocos comunes de la Revolución Mexicana – que cumplió cien años el pasado fin de semana-. Y uno de ellos es el general Aureliano Blanquet.
En la foto del general aquí al lado se puede ver el estilo totalmente porfirista que tiene: traje de general, medallas, bigote, pelo cano. Nada mal para quien cumplió 47 años de servicio activo como militar, y que llegó al grado máximo basado en méritos propios. Muchos saben que fungió como secretario de Guerra y Marina del presidente Victoriano Huerta. Es menos conocido el hecho de que se dice que fue parte del pelotón de fusilamiento que acabó con la vida de Maximiliano I, Miramón y Mejía en Querétaro. De ser cierto esto, tendría en su haber la muerte de dos líderes nacionales, porque también detuvo a Francisco I. Madero y fue responsable de mandar realizar su ejecución.
Hay algo que en las clases de historia no se enfatiza con suficiente rigor: Madero no cayó víctima de sus enemigos o rivales. Cayó víctima de quien fue su Secretario de Guerra, Victoriano Huerta. Este fue despedido y recontratado en tres ocasiones. Se trata del segundo indígena puro (el primero fue Benito Juárez) que ocupó la presidencia. Cuando era estudiante del Colegio Militar tenía calificaciones tan altas que mereció un reconocimiento especial; el presidente Juárez le dijo «De los indígenas que se educan como usted la patria espera mucho». Dudo que haya cumplido la expectativa…
En fin. He tenido oportunidad de ver hace poco -y veré de conseguir copia para publicarla- una carta que Blanquet le escribe a Madero, una semana antes de su muerte, en que le recomienda que tenga mucho cuidado; que hay personas de su entorno muy molestas con él y que puede ocurrir una traición en cualquier momento. Le reitera que siempre contará con su lealtad y apoyo, porque está convencido del proyecto revolucionario y del liderazgo de Madero. Supongo que el presidente no le hizo mucho caso, dónde fue a buscar al otro bando y fue pieza fundamental de la muerte de Madero. En algún momento incluso apoyó la fracasada contrarrevolución de Félix Díaz, sobrino del depuesto Don Porfirio, lo que demuestra que su lealtad no era hacia quien fue su jefe. En fin, pase a la historia como uno de los mayores traidores, y más tras ver que menos de una semana antes juraba lealtad al presidente que apresó y mató. Así fue Aureliano Blanquet.