En la semana que concluyó el gran tema mediático fue la declaración del Secretario de Hacienda de México, Ernesto Cordero, de que hay familias que con seis mil pesos pagan un coche, una casa, escuelas privadas… Y, por supuesto, se percibió como un desconocimiento de la realidad de la mayoría de los mexicanos.
Algo es cierto: no es fácil frasear «el fin de la pobreza» o la creación de un país de clase media cuando hay pobreza y pobreza extrema para una franja importante de la población.
Lo rescatable de la declaración del funcionario es que hay personas con un ingreso relativamente bajo (seis mil pesos equivalen a cuatrocientos sesenta dólares al mes, unos cinco mil quinientos dólares al año) que ya pueden, por primera vez, acceder a un crédito hipotecario, automotriz o a ciertos servicios como escuelas privadas. Por ejemplo, en una ciudad mediana o pequeña, una muy pequeña casa de interés social de apenas 60 metros cuadrados puede conseguirse con pagos de unos $700 al mes (U$54). Un auto nuevo, subcompacto y a 72 meses de plazo puede pagarse con mensualidades de $999 (U$77) y hay escuelas privadas cuya colegiatura es menor a eso. Es decir, si tiene sentido el dicho.
Lo cierto, también, es que no es del todo posible tener las tres cosas al mismo tiempo. Es decir, asumir que es un ambiente de bonanza dista mucho de la realidad. Y en eso se centraron las críticas al Secretario Cordero.
Pero también hay trabajadores chinos que ganan el salario mínimo local, equivalente a unos $970 pesos al mes (U$75) y para quienes ganar seis veces más sería un verdadero lujo. Y miles de habitantes del mundo que viven por debajo de un dólar al día, pueden considerar que tener 250% más -el salario mínimo chino- sería deseable. En resumen, todo es relativo y la clase media baja paupérrima de que habló Cordero podría estar mejor… que en muchas otras partes del mundo. Dudo que sea consuelo para ellos, pero es para pensarlo un poco.