Y si: casi se acaba enero, y aún hay problemas que no he podido corregir. Y eso es únicamente errores de mi parte. Debo confesarlo, pues: fue un mes con demasiados errores involuntarios, que acabaron bloqueando el avance y agravándose entre sí.
También debo aceptar que, a lo largo del mes, nunca dejé de moverme: los temas avanzaron, tal vez no al ritmo previsto. En algunos, topamos con obstáculos insalvables, y ya quedaron descartados.
Otros, por el contrario, se alentaron o detuvieron, pero jamás se pararon. No del todo. Tal parece que aún el «animo vacacional» pega a ratos: por ejemplo, el calendario de enero tiene demasiados huecos -incluso, de cosas que regularmente apunto, como el ejercicio, la meditación o la lectura-.
Corregir lo que está mal.
Tal vez lo más notable es asumir que, los errores cometidos o las cosas que «no puedes deshacer», están allí y te van a perseguir. Dejaron honda huella. Si, con aprendizajes y experiencias positivas -o, como dice una querida amiga, «recuerda que nunca pierdes: o ganas o aprendes»-. Así que de esas lecciones, debo tomar lo mejor.
Y de los errores que aún pueden evitarse, corregirse o variarse… pues será importante atenderlos. Corregir lo que está mal. Evitar caer otra vez en los mismos errores, o peor, en la inercia. No rendirte antes de tiempo. Como comenté en redes sociales -en uno de las publicaciones más exitosas del año-:
Rendirse ante las primeras dificultades no lleva al éxito. Sépanlo.
Así que le haré caso a mi consejo y no me dejaré rendir. Ciertamente, no es fácil. Pero es posible. Vencer la inercia, la pasividad o el desánimo. Y, por supuesto, uno de mis mayores errores: la procastinación. Y más cuándo veo que amigos queridos -como Cristina Liceaga y su proyecto Escritoras MX– empezaron un poco después que algunas de mis ideas… y ya son realidad. (¡Felicidades, @laliceaga!).
En resumen, Febrero promete ser un mes muy movido y de buenos resultados. No dejen de estar pendientes, que muchas novedades les voy a compartir.