Cuando termine el mes de noviembre, habrá una constancia pública de que habré colocado más de un cuarto de millón de palabras en siete novelas distintas. Nada mal para alguien que ama escribir, que lo hace por gusto -aunque también por trabajo-. Pero que cada noviembre desde 2014, se mete al enorme proyecto de hacer el primer borrador de una novela totalmente nueva en 30 días.
Así es. Por séptimo año consecutivo, me inscribí al Mes Nacional de Escritura de Novela, (NaNoWriMo por sus siglas en inglés). Organizado desde 1999, su objetivo es estimularnos a escribir novelas. Más de medio millón de personas de todo el mundo participamos en este ejercicio creativo y de reto al espíritu humano.
Debo confesar que, hasta ahora, sólo he acabado cuatro novelas completas. Tal vez mi peor año fue 2018: entré a un trabajo nuevo que implicó jornadas de hasta 18 horas diarias, así que la novela… Bueno, pasó a mejor vida.
También en 2017 no acabé: me postulé como representante de la organización (Municipal Liaison) en el capítulo México Sur. Con dos compañeras más. Pero… el temblor de septiembre trastocó todos los planes que teníamos para hacer juntos, e incluso Chrystelle se cambió de ciudad. Así que tratando de mantener el calendario de actividades para tres personas mediante una sola, fue complicado cumplir mi propia labor como escritor. La novatada, pues.
Cincuenta mil en un mes
La meta de escribir cincuenta mil palabras en un mes la he logrado cuatro veces. De hecho, mi primera novela publicada –Clara Sandra solía soñar– fue mi ejercicio de 2014. Su continuación, «Las mujeres que solían soñar» se hizo en 2015 y está en proceso de edición. En 2016 terminé «El hombre que dejó de soñar», que espera la publicación de la segunda parte para ver la luz. Luego, el año pasado terminé «La Herencia de Cortés».
Lo curioso es que mi novela más exitosa, El tesoro de Cuauhtémoc no salió de un NaNoWriMo, sino en julio. También «fuera de temporada» avancé «Ciudad Desierta», texto al que el exceso de trabajo por un proyecto nuevo puso en pausa. Creo que ya les he dicho que editar es la parte que menos me gusta hacer… pero es necesaria. Y es la que, muchas veces, me detiene más.
Entre los proyectos planteados durante el NaNoWriMo que están pendientes de recuperarse, están «Iscariote» y «El cuarto bat era zurdo». El tema no es parar por falta de ideas: es detenerme por falta de tiempo.
Cuarto de millón de palabras
Cada noviembre, el NaNoWriMo se apodera de Dichos y Bichos, como pueden ver en este recuento de entradas sobre el tema. Hoy, en la víspera de iniciar, la página reporta que llevo escritos durante los meses de noviembre desde 2014 hasta 2019 un total de 235,119 palabras.
Mi meta, por supuesto, es sacar el primer borrador de la novela con sus 50,000 palabras durante este mes. Pero mi meta intermedia, la que estoy comprometido a lograr, es llegar al cuarto de millón de palabras escritas en mis novelas.
Porque, claro, vivir para aporrear la máquina, sea por gusto o en mi labor de textoservidor es mi vocación, tiene sentido… y genera muchos más documentos que las novelas. Nada más el proyecto que no me dejó terminar el NaNoWriMo en 2018, concluyó con un total de 842 textos y presentaciones escritos en un año. Unos cuatro gigabytes de documentos originales.
Pero el tiempo que separo en el año para hacer escritura creativa, pensar y escribir una novela… ese es otra cosa. Un placer especial. Un gusto que me quiero dar, y algo que le da sentido a mi vida.
Quiero invitarlos a participar en el NaNoWriMo. Porque lo relevante no es hacer la mejor novela, o tenerla terminada en un mes. Es avanzar. Hacerte el hábito de escribir a diario. Es lograr unas 200 páginas del primer borrador de tu historia. Poder decir que eres escritor y que tienes una novela en proceso. Es gratis y pueden inscribirse en nanorimo.org ¡Nos vemos durante todo noviembre!
Imagen de hoy: Cortesía sitio NaNoWriMo.org . Versión en audio: Laura S.