Pues si, a pesar de que muy pocos se animaron a señalar quién es el personaje de la trivia de ayer en «esa muchachita«, se trata de Juana de Asbaje, nacida en realidad como Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, y conocida como Sor Juana Inés de la Cruz. Y les decía que seguro que la habían visto por millares, porque aparece en el billete de doscientos pesos desde hace ya algunos años.
La verdad es que es una foto de Sor Juana que me sigue gustando mucho: antes de ser monja, era una belleza. Y tiene una mirada muy especial.
Por supuesto, que su imagen icónica es como monja profesa de la Orden de San Jerónimo, con su medallón al pecho y su biblioteca detrás y no como la vimos ayer. Y si bien buena parte de su producción literaria está marcada por el hecho de que era monja de la Nueva España -por lo que el tema católico, las devociones y las figuras eclesiásticas predominan en su obra- también destaca que tenía profundos conocimientos de los clásicos y una creatividad y dominio del idioma pocas veces visto.
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Sor Juana era genial desde cuándo era Juana
Empezó a leer, a escondidas, a los tres años. A los quince es sometida a un «tratamiento» especial, que buscaba acabar con la fama que se había logrado como de muy erudita: con ánimo de humillarla y someterla, le reunieron un sínodo de cuarenta profesores de la Real y Pontificia Universidad de México (antecedente de la UNAM) y la evaluaron en temas de lo más diverso: lo mismo de historia, literatura, filosofía, teología y geografía. Y «esa muchachita» contestó sin vacilar y sin error las preguntas de todos los maestros. Estamos hablando del año 1666, mismo en que murieron Shakespeare y Cervantes. A raíz de ello entrará a la corte del Virrey Antonio de Toledo y Salazar, Marqués de Mancera y permanecerá de un modo u otro cerca de los tres virreyes siguientes, hasta su muerte el 17 de abril de 1695 a los 44 años de edad. Fue querida y apoyada por las cortes a pesar de haber sido ordenado monja y vivir en relativo aislamiento.
Por cierto, parte de su fama como la «Décima Musa» -uno de sus sobrenombres- ocurre cuando en 1680 la esposa del virrey saliente, María Luisa Manrique de Lara lleva sus obras a España y las hace imprimir, alcanzando gran reconocimiento y fama -al grado de que hay una estatua de ella en Madrid-. Es tal la calidad de su trabajo literario, que se le reconoce como parte de la brillantez del Siglo de Oro Barroco Español, en dónde se le incluye junto a Juan Ruíz de Alarcón y Carlos de Siguenza y Góngora como parte de los máximos exponentes literarios de su tiempo.
Sor Juana no lo es en los billetes.
Y no olviden una paradoja: dado que México es un país legalmente con un «estado Laico», la curiosidad que ocurre con Sor Juana en los billetes de 200 pesos no es menor: Aparece retratada con los hábitos y su medallón en su celda de monja… pero el nombre dice «Juana de Asbaje», nombre que no le aplicaba ya al momento de escribir su basta obra, ya como monja. Pero ni modo de poner «Sor Juana» en un billete emitido por un gobierno legalmente laico. Total, una muestra más de simulación «a la mexicana».
Por supuesto, el tema no está agotado pero el espacio por hoy si. Sólo para que la conozcan más, va un billete de $200 en tanto que los espero mañana en Dichos y Bichos para seguir hablando de esta muchachita de todos conocida, pero como buen clásico, pocas veces leída.
(Y hablando de lecturas y ya que estás visitándonos, te regalo mi libro «Lo mejor de Dichos y Bichos volumen 2», con diez interesantes historias que no encontrarás en el blog. Regístrate aquí).
Por cierto, a raíz de la investigación sobre Sor Juana, decidí que en mis novelas "Clara Sandra solía soñar" y "Las mujeres que solían soñar" debía ser un personaje fundamental. No se las pierdan en clarasandra.com
My recent post Brujas: El último cazador.