Dominguear

En paz...

En paz...

Para muchos, el domingo es un día para tomar las cosas con calma, dedicarse a la pereza y al Dolce Farniente -no hacer nada-. Día apto para dejar fluir el tiempo sin estrés y sin angustia. Día para dominguear, pues, entendido este término como para «hacer nada«.

Y tal vez es conveniente darse un tiempo para ello. Y que mejor si es un día como hoy, en que aún no hay olimpiadas, ya pasaron las elecciones y no han llegado las finales de los deportes. No hay motivs especiales para estar alertas.

Pero como dice Dan Milman en sus libros «The Way of the Peaceful Warrior» y «No ordinary moments«, no hay momentos ordinarios. Nunca dejan de pasar cosas extraordinarias, y sólo hay que estar atento a ellas, la vida es, en si misma, un momento extraordinario.

Hoy les propongo un pequeño ejercicio: traten de escuchar el ritmo de su corazón. No es fácil, pero es posible. Se requiere estar atento a lo que pasa dentro del cuerpo, primero calmando la mente, luego, atendiendo a la respiración y, al final, escuchando el ritmo del propio corazón. Les aseguro que, si lo logran y están atentos un par de minutos al menos, saldrán tan relajados y sorprendidos que «dominguear» tomará un nuevo sentido.

Y para completar el ejercicio, una vez que lo logren, no dejen de mirar atentamente la imagen que acompaña esta entrada, la flor blanca. Mírenla atentamente, si les es posible inmediatamente al acabar la meditación del sonido del corazón. Adelante, inténtenlo y no dejen de comentarnos lo que suceda en ese momento y/o en el resto de su día…

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