Creo que a todos nos ha pasado: resulta que estás buscando algo y no lo hayas. No importa cuánto tiempo pase, o dónde estés intentando localizarlo: tal parece que no está. Y de repente te descubres encontrando lo que buscabas al dejar de hacerlo. Justo cuándo crees que ya no hay nada allí. Cuándo estás a punto de vencerte. En esos momentos en que creíste haberlo encontrado en otro lado, aunque resulte que no era eso. A todos nos ha pasado.
Si, hay momentos en que el chiste de la búsqueda es precisamente el proceso: ver qué descubres en el camino. De repente encuentras un libro que querías y habías buscado. Pero no estaba disponible, o el día que lo hallaste no traías dinero. Después, te lo topas casi por accidente, con descuento y en uno de esos días en que tienes algo de crédito a la mano. Lo compras… y te decepciona. Nos ha pasado, estoy seguro que a ti también.
O con la ropa: tenías una camisa favorita, pero que casi no te ponías «para que no se dañe». Y se pierde: no sabes si la mandaste a lavar, si la pusiste en la bolsa de las donaciones; si por accidente la incluíste en las cajas de ropa de la siguiente temporada. Simplemente, se va para siempre. Y no la volverás a ver… hasta que dejes de buscarla. Sucede.
Buscando dónde no está.
Tal vez uno de los errores es buscar las cosas en dónde no están. Pensar que están en las torres cuándo en realidad se esconden tras los alfiles. Que la felicidad es un destino y no un camino. Que el conocimiento está escondido en profundos arcanos, cuándo son los niños los que te lo pueden decir constantemente si les pones atención. La idea maravillosa para un libro está en la entrada del blog de hace cinco años que te topaste casi por accidente. La amiga que te felicita por una decisión que tomaste hace tiempo… pero de la que apenas se enteró (por ejemplo, leyendo este texto). O el amigo que lamenta que tuviste un mal momento… hace tiempo, pero lo acaba de localizar (como en esta entrada).
En parte se los comento porque este fin de semana pude recuperar contacto con amigos y amigas que había perdido hace tiempo. Justamente, en Twitter publico varias veces al día lo que he llamado «Los clásicos de Dichos y Bichos», esto es, entradas viejitas que tienen que ver con lo que se discute en la red en esos momentos. Así que se ven frescas, aunque sean de tiempo atrás. Lo malo es que luego no ven las fechas y creen que son de cosas recientes. Lo bueno es que mantienen el tráfico y, como este fin de semana, te permiten reencontrarte con amigos, planes e ideas que habías perdido.
El chiste es que a veces buscas en lo nuevo lo que en realidad estaba allí todo el tiempo, y te la pasas buscando dónde no está. Que nadie se sorprenda que sea infructuoso el proceso: el resultado está dónde siempre estuvo, aunque te rendiste hace tiempo.
Encontrando lo que buscabas
Claro que eso requiere una cosa: que te quites los prejuicios y dejes de querer localizar algo dónde no existe. De buscar la bondad en dónde solo hay egoísmo. Creer que algo bueno puede salir de quien es incapaz de compartir. A veces también es importante dejar de tener prejuicios sobre algo -sean buenos o malos: a final de cuentas, prejuicio implica juzgar antes de tener elementos-. Sin duda hasta esos casos tienen cosas muy valiosas. Pero tal vez no son las que tenías en mente o las que pensabas al evaluar el tema.
Otras veces te verás encontrando lo que buscabas en lo que ya tenías. Por ejemplo, proyectos. A raíz de las charlas o interacciones del fin de semana, me topé con que mucho de lo que estaba esforzándome por encontrar estaba allí mismo, pero habíamos dejado de ver. Y ¿Saben qué es lo peor? Que del momento en que dices «bueno, ya… dejo de buscar porque eso no existe», ni 24 horas después lo vuelves a encontrar, justo dónde lo dejaste: Se te perdió de vista porque te estabas esmerando en encontrarlo dónde no había.
Y redescubres que en los textos que ya tenías estaban las claves, y las viste desde el primer momento: solo requerías tener vista de águila y localizar eso mismo, pero buscando ya sin la obsesión de encontrarlo dónde no lo hay. Aunque se repita o se duplique. Hay días así… y curiosamente abren muchas más posibilidades de las que creías posibles. Así pasa. Por eso el consejo de hoy es no buscar en las novedades lo que está ya entre sus pertenencias… aunque lo hayan perdido de vista.