Dicen que el día de hoy amanecimos con el volcán Popocatépetl (o «Don Goyo», como le llaman algunos de los pueblos aledaños) enojado, triste o molesto. Esto porque mandó una exhalación de ceniza bastante fuerte, que incluso se ha llegado a considerar lanzar una alerta roja y pedir la evacuación de los poblados aledaños, en una medida que afectaría a los estados de México, Puebla, Morelos e incluso al Distrito Federal. Pero la verdad es que pocos saben por qué «está molesto» Don Goyo.
Me atrevo a lanzar una suposición: porque en esa visión fallida que a ratos tenemos, nos olvidamos de que hoy es el aniversario luctuoso de su hija consentida. Digo, no es su hija-hija (no es una montaña, pues) sino la nativa de sus faldas más grande que ha dado en la historia de este país. Está en las fotos, tanto de arriba como de abajo, y estoy seguro que ustedes la han visto miles de veces, sin notarla.
Claro que uno de sus problemas es que nació en la época colonial, esa que solemos saltarnos en la escuela. Muchos cursos de historia son del tipo «Llegó Hernán Cortés, nos conquistó; llegó Hidalgo y nos liberó; Guadalupe Victoria fue el primer presidente y Porfirio Díaz un dictador al que quitó la Revolución que nos dió al PRI. Fin». Y paradójicamente los trescientos años de la época colonial se pasan rápido, de noche y sin mayor comentario -a pesar de que son la causa de nuestras formas de actuar-.
Por si fuera poco, nació mujer en una época en que a las mujeres se les limitaban -mucho más- las oportunidades. Y para colmo en un país en el que los grandes logros intelectuales nos despiertan, a lo más, curiosidad como de quien ve un bicho raro. No son precisamente los modelos de rol a quienes todos aspiramos.
La foto la tomé personalmente tras visitar este fin de semana la hacienda en dónde vivió los primeros años. El actual dueño, el Lic. Ernesto Maurer fue tan gentil de invitarnos a pasar a lo que el llama «el lugar más sagrado de la propiedad: el punto dónde empezó a leer, a escondidas por ser niña, a los tres años de edad…»: la capilla. Los espero mañana para contarles más de este portento… y ver si así podemos calmar a Don Goyo.
Pero… si reconocen a la mujer de la foto y no quieren esperar, les invito a dejar un comentario en este blog. Bienvenidas sus propuestas o adivinanzas… ¿Quién es esa muchacha?
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