Seré breve: estoy muy contento de que ya estamos estrenando página de autor en Google Play Books. Esto viene a añadirse a nuestra página de autor en Amazon.
Para conmemorar este paso adicional, les ofrecemos gratuitamente una muestra de «Lo mejor de Dichos y Bichos volumen 2», todo su capítulo 1 «Porfirio Díaz, Benito Juárez y Lo Mexicano» y la réplica que el tuitero histórico @DnBenitoJuarez nos envió tras leer el libro en su primera versión. Pueden descargarlo en http://bit.ly/gjsuap_book sin costo para ustedes.
Para que se den una idea, aquí un extracto del libro:
La desunión de los mexicanos es patente incluso en las tumbas de los héroes de dos monumentos fundamentales: el del Monumento de la Revolución y el de la Independencia, en los que no están todos los que son ni son todos los que están. En ambos casos faltan elementos fundamentales del momento histórico de que se trata, y muchos llegaron por otras razones.
Por ejemplo, en el Monumento a la Revolución está enterrado Don Lázaro Cárdenas, que si bien participó en la lucha armada de 1910, lo hizo de manera no tan prominente: se incorporó como Capitán 2º en el Arma de Caballería y participó en varias batallas. Ganó el rango de General Brigadier hasta 1921, y el de General de División hasta 1928, ya acabada la fase armada de la Revolución. Sin embargo, fue el presidente más representativo de los gobiernos revolucionarios. Fue electo a los 38 años de edad y gobernó de 1934 a 1940 y al dejar la presidencia fue Secretario de Guerra durante la Segunda Guerra Mundial, hasta 1945. Ganó ese lugar de honor en el Monumento, a pesar de que fue sepultado hasta 1970, en lo que podría ser el último gran funeral de Estado que se ha vivido en México, mostrando en las exequias fuerte apoyo y dolor popular.
También me hicieron recordar que hay un gran contraejemplo: en el panteón de San Fernando está la tumba de Benito Juárez y en el mismo espacio reposan muchos de los militares y líderes conservadores que lucharon en contra de él. Lo cierto es que no comparten monumento; y que en su momento era el panteón más importante de la ciudad – previo a la inauguración del Panteón Civil de Dolores – por lo que es lógico que ahí reposen estos héroes todos juntos, unidos por la muerte.
Lo preocupante es que tal parece que México cuenta con unos cincuenta y siete millones de partidos políticos: cada ciudadano tiene el suyo personal, y acordar con alguien más no es ni fácil ni deseable. Y aunque esta pluralidad es bienvenida, también es cierto que resulta poco eficiente. Hace falta -y urgentemente- considerar que construir acuerdos no es hacer traición a la propia causa o visión. El resultado ambiguo del radical “Tea Party” en la elección de EE.UU. -que colocó a dos de sus más moderados candidatos, pero fracasó en colocar a los más radicales- es muestra de que se puede defender con pasión un tema sin llegar a la inmovilidad. Si lo único que nos une es la muerte, y sólo por ella, entonces tenemos poco que hacer como nación. O seguiremos perdiendo lugares. Habrá que pensarlo…
Al final, no olviden descargar su libro gratis en http://bit.ly/gjsuap_book.