Hoy es el primero de enero de 2011. O dicho de otra forma, el 1/I/11. Y en este momento es la una de la tarde con un minuto y once segundos. O dicho de otra forma, 1:01:11. Y aunque el calendario y el reloj son obras humanas, no presentes en esa forma de manera natural, no deja de llamar la atención la belleza de esta fecha y esta hora.
Para los ciclos naturales, la medición humana es irrelevante. Por ello pensar que el fin del calendario maya marcará el final del mundo hacia el 24 de diciembre de 2012 es absurdo. Como lo es prevenir el fin del mundo basado en cifras, exactas, ascendentes o hermosas, como es la fecha de hoy. Tiene más sentido pensar que el cierre de un ciclo natural, como un solsticio, tenga un cierto sentido para la naturaleza o para un ciclo. Pero tampoco eso tiene importancia en el gran orden de las cosas.
Hay quien dice que un corazón tiene una vida útil de dos mil quinientos millones de latidos; por ello los ratones mueren tras una vida breve y las tortugas pueden durar doscientos años: el ritmo cardiaco de los primeros es muy intenso y agotan su vida pronto (aunque no tan rápido como los colibríes) y por eso una vida humana promedio puede ser de ochenta años. Eso tiene más lógica que pensar que el mundo es especial porque es el 1/I/11 y es la 1:01:11. Eso solo es un motivo para reflexionar. Y sobre los latidos del corazón como duración de una vida, hablaremos más mañana.