Hay una cosa que me sorprende de estos días: la facilidad con que deseamos «feliz navidad» a todos, sin considerar siquiera si la festejan o no. Es decir, vivimos en una nación con 82% de cristianos católicos, 9% de otras religiones y casi 5% de no creyentes. Esto es, al menos uno de cada diez no festeja la navidad de la misma manera que la mayoría.
Agreguen a eso los que, siendo católicos u otra denominación cristiana, nos molesta la «Navidad Totalmente Palacio», en la que lo importante es que el arbolito tenga las esferas y luces de moda para esta temporada (en particular, «Esferas plateadas, luces blancas, escarcha nevada y lágrimas de cristal, para dar un efecto nevado tipo Frozen», según conocido sitio de moda), y en la que se pueden pasar cuatro horas en el salón de belleza preparando ese look tan especial para «una cena inolvidable».
Parecen olvidar que la primera Navidad fue «Totalmente pesebre», en que lo importante fue que los pastores llegaron a adorar al niño Dios porque «un Mesías les ha nacido». Así que lo relevante del día de hoy debería ser la misa -u otra celebración religiosa- conmemorando la llegada del fundador del Cristianismo, y no los regalos ni la cena.
Incluso, decir que se es Grinch al oponerse a una navidad estrictamente materialista es asumir un rol de esa misma navidad materializada: el propio personaje es un elemento de la iconografía comercial. Y no debemos olvidar que, al final de la historia y lleno del espíritu navideño, se convierte en ferviente elemento festivo en lugar de robar regalos y tratar de arruinar la cena.
Mi mejor recomendación para esta fecha es que no dejen de meditar en su verdadero sentido. Que se dejen abstraer por las luces rítmicas del árbol y piensen en lo que pasó hace casi 2,015 años en un portal de Belén y dejen de lado lo demás. Que la convivencia familiar sea una consecuencia de lo importante, y no al revés. Que, a final de cuentas, los 90% de cristianos de este país piensen en el fundador de su religión, y dejen a los demás en paz.
De todo corazón, reciban un fuerte abrazo y mis mejores deseos para que el Niño Dios nazca nuevamente en ustedes en esta Navidad. Y los que quieran regalo para que «la navidad sea Navidad», con todo gusto se los doy: hagan en la siguiente liga y descarguen gratis un ejemplar del e-book La Filosofía «De Hormigas a Tiburones» que les doy con mucho gusto. ¡Feliz Navidad a todos los que la celebren! (y a los que no, pues no). Y no olviden el mensaje de Belén: «Gloria a Dios en el Cielo y Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad«. En la segunda parte, todos podemos estar de acuerdo, creyentes o no.
Imagen del día por –Mark– via Compfight
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