Tras este repaso de la carrera periodístico – empresarial de José Gutiérrez Vivó, hay que recordar cuál fue el error que lo sacó, unión de varios pequeños errores no atendidos:
1.- Perdía dinero con Diario Monitor. Aunque la plantilla era relativamente pequeña (unos 20 reporteros, 10 fotógrafos más la plantilla administrativa y de talleres), y en muchas cosas hacía sinergias con Grupo Monitor -la creadora de contenidos para radio-, terminó editando apenas 24 páginas en tres secciones y unos 15,000 ejemplares diarios.
2.- Dedicaba mucho tiempo al aire quejándose. Es cierto que su estilo, muy personal, a veces altanero, indignado y hasta golpeando la mesa al aire era parte de su sello individual, molesto para muchos pero simpático y natural para otros. Sin embargo, cuando se quejaba de un jefe de policía que se llevaba el auto con una grúa, o de un bache mal tapado podía despertar simpatías. Pero cuando hablaba al aire de que no le habían pagado, de que la autoridad ayudaba a incluir el pago del laudo arbitral al aire; de que tal o cuál Secretario de Estado se negaba a darle una entrevista «por instrucciones de ya sabemos quién»… cada vez que hacía un mercado de lágrimas recordando su mala suerte y triste caso, caía su audiencia.
3.- No pagar. Suspendió pagos a Hacienda, el IMSS y otras autoridades con el alegato de que no había dinero. Y no lo había, es cierto; pero tras dejar de pagar por meses y considerar que, dado que era una figura pública podrían no embargarlo, la sorpresa fue mayúscula al verse embargado. Me decían que salvo un par de talentos estrella (Enrique Muñoz, conductor de Monitor de Media Tarde), el resto del equipo salió con adeudos de honorarios de varios meses vencidos; a algunos, se les pagó con equipos y computadoras.
4.- Cubrir por horas completas las asambleas informativas de AMLO sin cortes. El problema no era solo dar espacio abierto y sin censura a un opositor del régimen – a final de cuentas, fue el primero en tener un debate de candidatos opositores entre Cárdenas y Clouhtier en 1994-; cubrió las campañas del 2000 de manera equilibrada. El problema fue que al pasar una hora sin cortes comerciales, y luego bloques de hasta 20 minutos continuos, no hay anunciante al que le interese anunciarse allí, a menos que sea el primero o segundo después del corte. Y no hay manera de garantizarle eso.
Para mí, el último error -y el que causó su cierre total- era el de incumplir la pauta publicitaria. Otras cadenas reaccionaron (como en el caso de Grupo Fórmula) incorporando los cortes automáticos: un sistema mediante el cual el locutor no puede interrumpir la entrada de la publicidad y que en el medio se conoce despectivamente como «la guillotina», de la que se quejan pero no escapan sus conductores. Otros, como Carmen Aristegui, copian el estilo de «primero lo informativo, después lo comercial», lo que tiene sentido cuando eres el conductor pero no el empresario. Tratar de vincular ambos roles es tan complicado que en alguno se queda mal o, como en el caso de José Gutiérrez Vivó, pierdes todo poco a poco.