Esta semana me llamaron la atención dos noticias sobre cumplir el deber, hacer lo que debes hacer -aunque no sea fácil-. Una llegó desde Francia: un accidente carretero que dejó 20 muertos. Un trailer que perdió el control y se volcó, causando una terrible carambola detrás de él. ¿Qué fue lo más notable del terrible accidente? Que el conductor del chofer asumió la culpa, de inmediato. «Fue mi error. Me equivoqué y causé este terrible incidente». No culpó a los frenos, al dueño del camión, al mantenimiento de la carretera: aceptó ser el responsable. ¿Con qué frecuencia vemos algo así?
En el otro extremo está el presidente Donald Trump. Resulta que tanto su coordinador de campaña, Paul Manaford, como su abogado personal, Michael Cohen aceptaron -o fueron culpados- su responsabilidad en distintos delitos. De hecho, Cohen dijo que «Trump sabía que pagaríamos dinero de la campaña para pagar el silencio de diversas mujeres con quienes sostuvo relaciones extramaritales». Trump había dicho que no sabía de tales pagos. Y que, de haberse hecho, eran con su dinero personal. Hoy, su abogado lo desmiente. No sólo sabía, sino que ordenó los pagos. Puede llegar a perder el cargo.
Hacer lo que debes
Entre el chofer y el presidente, quedó claro algo: uno tuvo el suficiente valor de asumir su responsabilidad, aunque en ello le vaya la libertad. Ser acusado de 20 homicidios no es cualquier cosa. Aún así, aceptó la responsabilidad del hecho. El otro ordenó algo ilegal, y al ser descubierto, negó haberlo hecho y trató de que los demás asumieran las responsabilidades que le tocaban a él. Para colmo, dijo que «si me destituyen, vendrá tal caos económico que todo el país se verá empobrecido. Más les vale ni tocarme». ¿Impunidad? ¿Amenaza? Quien sabe. Pero no está bien.
No es fácil hacer lo que debes. Y menos sin chistar. Ciertamente no es fácil. Pero es lo que debes hacer. En distintos proyectos recientes lo he vuelto a notar: es más fácil que alguien asuma que se equivocó y corrija el error, a que se atoren las cosas y se compliquen porque alguien no hizo lo correcto. Por ejemplo, en esta entrada clásica de 2013, «la gota que derramó» vemos a alguien eludiendo su responsabilidad.
Definitivamente no es fácil asumir una responsabilidad. Y más cuándo tienen consecuencias negativas. Sean más como el chofer francés y menos como el presidente americano. A la larga, será mejor para todos que actúen íntegramente. Al menos lo voy a intentar. ¿Y ustedes?
Imagen de hoy: Digital_Third_Eye