Cuando hace casi 2,500 años Sidarta Gautama «Buda» alcanzó la iluminación bajo el árbol Bodhi -tras una vida primero de placeres como príncipe que era, y luego de ascetismo monacal que tampoco lo llevó a descubrir la verdadera iluminación- encontró lo que se llama «las cuatro nobles verdades», que se encuentran al seguir el camino medio entre la complacencia sensual y el ascetismo estricto, y que son la base de la tradición religiosa fundada por este iluminado -que no es una deidad o encarnación divina, sino simplemente un hombre iluminado-:
- Toda existencia es sufrimiento (duḥkha).
- El orígen del sufrimiento es el anhelo (o deseo, sed, tanhā).
- El sufrimiento puede extinguirse, extinguiendo su causa.
- Para extinguir la causa del sufrimiento, debemos seguir el Noble camino óctuple.
Y ese es el que integran la corrección en la comprensión, en el pensamiento, en la palabra, en la acción, en la ocupación, en el esfuerzo, en la atención y en la concentración. Por eso el budismo es muy fácil de entenderse: no es una religión, es una forma de ver la vida. Es una actitud que ayuda a vivir más tranquilo y feliz. Es, pues, un buen camino.
Recordamos la enseñanza del Iluminado en estos momentos no porque estemos haciendo proselitismo a su favor, sino porque estamos en una vorágine de cambios que requiere, ante todo, practicar el desapego para afrontar lo que pueda venir: si queremos que nada cambie, sufriremos… y el cambio ocurrirá de todas formas. Así que es mejor adaptarse y dejar fluir. Porque las nobles verdades del Buda se entienden bien en su mensaje… pero se aprenden mejor a chingadazos. O dejas fluir, o te llevas una golpiza de la vida, y al final, ocurren las cosas.
Por supuesto, el mensaje del Buda es nítido y sublime, pero siempre puede adaptarse a otras formas. Y ayer que me veían preocupado, un amigo me recordó una imagen que tengo en mi tablero de Pinterest: es el del «Buda a la mexicana», que está basado en el libro de Prem Dayal, «Mantras Mexicanos«.
Practicar el desapego, el abandono y la desidentificación son formas de vivir el camino del Buda: Tú no eres tu trabajo, tus libros, tus hijos, tu equipo de beisbol, tu ropa, tu auto… eres algo más y que tienes más en común con otras personas que con tus propias cosas (desapego). Las cosas que pasan, pasan y no puedes evitarlas (abandono), así que has tu parte y déjalas fluir sin preocuparte por el resultado (desidentificación).
Pero si el mismo mensaje lo fraseamos como «Me vale madres, no es mi pedo, ¡A la chingada!» (que no son groserías: son nuevas formas de entender la iluminación del Buda… a la mexicana) verás que es muy fácil usarlas. Tal vez no en voz en cuello, pero si por lo bajo, como meditando, en un mantra…
Así que ese recuerdo me tranquilizó, me hizo recitar los «mantras mexicanos» y en vez de esperar 30 minutos a que pasara un metrobús lleno, me fui caminando bajo la lluvia, tranquilo y sin preocuparme más. No sé si me iluminé, pero llegué más tranquilo, eso si. Así que les recomiendo «bajar» la estampita del Buda y recordar su mensaje de desapego, abandono y desindentificación… a la mexicana. O si lo prefieren, lean el libro de Prem Dayal, «Mantras Mexicanos«. Les garantizo un par de sonrisas y algún momento «ajá» de comprensión de verdades profundas. Van. Y si no… «no es mi pedo».
Imagen de hoy albir via Compfight y encontrado en mi Pinterest
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