Hemos estado reflexionando sobre el Fenómeno Antanas Mockus y su «fracaso» al no lograr ganar la elección presidencial (¡Vaya! Ni siquiera empató en ella) pese a que presentaba todo lo que los analistas piden de un buen candidato ciudadano: que no milite en un partido político tradicional; que tenga buen nombre -y si está vinculado a temas públicos, mejor- que tenga una propuesta novedosa y la presente de manera fresca ante el electorado.
Por otra parte, también tenía unos negativos: que lo apoyara el partido Verde, de reciente creación; que vacilara durante los debates no apoyaba; que algunas de sus posiciones no fueran claras. O peor aún, que su fama y el apodo de «el loco» le siguieran pesando, como ocurrió en parte cuando era alcalde de Bogotá. Cuando, por ejemplo, amenazado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (las FARC) empezó a usar chaleco blindado… con un corazón recortado en el pecho, y comentando en muchas de sus apariciones públicas que no les tenía miedo, que si estaban allí, tiraran a matar.