«No se hagan bolas, el candidato es Cam…losio».
(Dicen que dijo Salinas).
En este llamado «puente largo» que para algunos no fue tal, hay fuerte confusión sobre los tres días de celebración en torno a los muertos que han llenado las calles de niños disfrazados, altares y aparadores llenos de brujas y calabazas, horribles ellas pero diciendo «Feliz Halloween».
Primero, la víspera de todos los santos, «All-Saints eve» pasa al celta como Halloween. Para algunos druidas, esta noche era la adecuada para hacer un aquelarre, o fiesta orgiástica en preparación a la cosecha del otoño. Por ello, en la tradición del país al norte de México se conmemoran más brujas y espantos que otra cosa el 31 de octubre.
El primero de noviembre, de acuerdo a la tradición católica y otros ritos cristianos, se celebran «Todos los Santos», y por ello en México se acostumbra decir que es el día de los «muertos chiquitos»: todo niño bautizado que muere antes de pecar -esto es, con conciencia de obrar el mal y que ocurre hacia los ocho años- es por su naturaleza un santo; asimismo aquellos que han satisfecho el trámite eclesial de ser beatos capaces de hacer milagros y con ello alcanzar el nivel de santos.
El dos de noviembre, nuevamente de acuerdo a la tradición católica, conmemoramos a «Los Fieles Difuntos», particularmente aquellos que siguen en el purgatorio. (Esto porque los que ya llegaron al cielo están en santidad y entrarían a la fiesta del día primero).
Así pues, el 31 es la fiesta pagana de los no-santos, el 1 la fiesta cristiana de los santos y el 2 la fiesta cristiana de los que están en proceso de santificarse, es decir, los pecadores estándar.
Es obvio que a una sociedad industrial le conviene más vender disfraces y hacer fiestas antes que un día de oración y altares artesanales. Y es obvio que a una sociedad que quiere rescatar lo mejor de si misma, no se le debe olvidar su tradición. Hoy vivimos el sincretismo de niños disfrazados que piden «para su calaverita», y que debe ser la calaca de azúcar que se pone en el altar. Al final, México se globaliza al mismo tiempo que fortalece sus tradiciones. Ya empezamos a hacer esqueletos de plástico para los altares, lo que garantiza que no se perderá.
Dedique una oración a su difunto favorito; no deje de divertirse también. O al menos, eso proponemos. ¿Y usted, quiere un calaverazo o ya entendió?