Stieg Larsson era un periodista especializado en ser corresponsal de guerra. Eso implica que la adrenalina era parte de su profesión. Adicionalmente, se había dedicado a estudiar los grupos de ultra derecha y nazistas en Suecia, lo que seguro le había hecho encontrar a dos tipos de personajes: los que estuvieron vinculados a «esconder» su participación como simpatizantes en ese periodo, y los que «reinventaron» su vida cambiando incluso nombres o lugares de residencia…
En fin, que con esa vena de investigador periodístico entró a hacer novela. Lo cual le da tres cualidades interesantes, en mi opinión: 1.- Tiene muchos datos verosímiles (desde cuánto tiempo toma caminar cierta calle y que rutas de camión se pasan en el camino) 2.- Sabe crear ambientes y describir las escenas, de manera correcta 3.- Genera tramas interesantes.
Pero adicionalmente, junto con la historia de los personajes que presenta en las novelas, también hace de cada una un tema de reflexión en paralelo: así, mientras en la primera se vincula el tema de los escándalos económicos, en la segunda el tema de la violencia de género se vuelve un hilo conductor y en la tercera son los servicios de Inteligencia y sus límites el tema por analizar. Y eso le da un valor interesante: no sólo lees literatura, sino también tiene un componente noticioso que le da verosimilitud e interés a las anécdotas que aborda.