Muerte, esa cosa extraña que se acerca…

Muerte, esa cosa extraña...

Muerte, esa cosa extraña…

Ayer fue un día bastante atípico. Uno dedicado a la muerte, esa cosa extraña que se acerca. Y no por ser 2 de noviembre o por haber visto «Coco» otra vez, no. O por ver las noticias mundiales, tan frustrantes y deprimentes. Tampoco. Es porque tocó dar el adiós a un amigo de toda la vida. De esas amistades que se heredan.

Ernesto Camacho era hijo de un par de amigos de mis papás. Por años, su padre Ernesto y mi padre fueron un equipo de instructores de montañismo. Por casi 20 años estuvieron a cargo de llevar a decenas de jóvenes a practicar el primer curso -media montaña-. Y con ellos, solíamos ir los hijos. Entre ellos, Ernesto y su hermano Guillermo, mi hermano y yo. Es decir, pasamos muchos fines de semana caminando juntos, en la montaña, como ya les conté alguna vez (en Retos).

Después se cerró la escuela de montañismo. Seguíamos viéndonos ocasionalmente, porque nuestros padres estudiaron juntos la carrera de antropólogos. De hecho, parte de las vivencias que pasaron en esos años están reflejadas en «El tesoro de Cuauhtémoc«. No es de extrañar que Neti aparezca en los agradecimientos. Si bien era un poco mayor que yo -su hermano Willy es un poco más pequeño que yo, casi de mi edad-.

Curiosamente, si ven nuestras vidas tienen muchas coincidencias. Demasiadas, tal vez.  En lo que pasamos -cada uno por su lado-. Hace casi un año nos enteramos de una enfermedad que le diagnosticaron. Y fue un año de verlo poco pero estar muy al pendiente de su evolución.

Esa muerte tan cercana…

En fin. Ayer en la mañana nos avisaron que había muerto durante la noche en su casa. Pasamos todo el día haciendo pequeñas tareas y diligencias, esperando saber a qué hora y dónde sería velado. Era deber estar con su familia, su madre -gran amiga de la familia-, sus hermanos y sus hijos.

Y sí: en este burocrático país nuestro, hasta morirse es complicado. Más de doce horas de trámites antes de que siquiera pudieran trasladar el cuerpo a la funeraria. Anoche fuimos un rato, ya tarde. Hoy nos iremos a concluir el último adiós.

Lo que si… saber que muere alguien que casi tiene tu edad… De una enfermedad que compartes -no tan mal, pero igual-. En circunstancias similares en lo personal y lo laboral. Dejando una situación complicada para sus pequeños hijos. Y ver que la muerte es esa cosa extraña que se acerca… Te hace repensar y replantear muchas cosas. Veremos que tal nos va hoy al despedir a Ernesto Camacho. Les pido una oración por él y por su familia. De antemano, gracias.

Imagen de hoy Mauro Tlacaelel 

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