A raíz de una de las frases famosas de esta semana -que publicaré el lunes, pero que pueden ir viendo en mi Twitter aquí-, se abrió un muy interesante debate en un grupo de WhatsApp. La citada frase de Quevedo dice «quien vive sin pensar no puede decir que vive». Y entonces se trazaron las líneas, unos diciendo que se puede vivir sintiendo sin pensar y otros que pensar es condición de la vida humana… aunque no lo parezca. Pensar o sentir parecen ser dos condiciones diferentes para percibir el mundo. ¿Cuál es la más correcta?
Una posición decía que «Es un absurdo pensar tal cosa. Tal vez no piensa en las consecuencias de sus actos. Vive sin una dirección o metas específicas. Pero al estar libre de las ataduras del pensamiento racional, tiene experiencias que muchos pensantes no se atreverían a tener». Y de allí se derivó que los sentimientos pueden guiar nuestras vidas, tanto o más que los pensamientos.
En la posición contraria, se decía: «En un sentido, tienes razón: no ser tan racional abre otros caminos. Pero aunque no piense en las consecuencias de sus actos, piensa. Actúa porque cree algo. Cree que le va a ir bien. Cree que no tiene riesgo. Cree que no se va a morir… actúa pensando, aunque no «razone». Si no, sería una roca». Es decir, citando a René Descartes, «Pienso, luego existo». (Es decir, existo a consecuencia de que pienso…).
Pensar o sentir.
Y de allí, de si el pensamiento es la base de la existencia humana, surgió el otro debate. ¿Debemos privilegiar el pensar o el sentir? A final de cuentas, aunque creamos que los animales piensan, no estamos seguros de ello. Pero es evidente que si sienten. Entonces, las sensaciones nos unen más con todos los seres vivos, piensen o no.
Al ser un factor más en común con todas las formas de vida, en realidad la frase debe ser «siento, luego existo». Aunque no pueda analizar, comentar u caracterizar esas sensaciones. Todos los seres vivos existimos, aunque no pensemos.
Tal vez algunas formas de vida más complejas (¿superiores acaso?) pueden pensar más. Hacer abstracciones. Discutir ideas. Escribir y leer -en blogs, por lo menos-. Aquí andamos, intentando pensar un poco.
¿Qué pasa si se unifican?
Me encontré recientemente una conferencia en línea que habla de un supuesto Evangelio de Santo Tomás. Sí, el apóstol que dijo que «hasta no meter mi mano en su costado y mi dedo en sus llagas, no creeré que ha resucitado». Por supuesto, no es un evangelio canónico -es decir, de los aceptados por las iglesias cristianas-.
Pero ese texto dice algo que me sorprendió. «Cuándo tus emociones y tus pensamientos se unen, es cuándo puedes lograr milagros.». Y sigue todo aquello de la fe para mover montañas y la fe del tamaño de un grano de mostaza… A final de cuentas, dice, que pensamiento y emoción unidos son la base para lograr cosas que pueden parecer maravillosas.
Voy a pensar y sentir un poco sobre este tema, a intentarlo el fin de semana. Los espero el lunes con las frases famosas y el miércoles con una avance de lo logrado al sumar pensamiento y emoción hacia un mismo fin. Estén pendientes… o mejor aún, ustedes también inténtenlo y comentamos entonces.