Sin duda hay una frase bíblica que deberíamos tener más presente en todo momento. «Pide y se te dará». En los últimos días me quedó muy claro mientras avanzo el proyecto de mi siguiente novela -que les presentaré la siguiente semana, si todo marcha bien.
Y si bien ha sido esta tarea la que me hizo recordar esa frase, me queda claro que también en otros momentos en mi vida -y en la de muchas otras personas- he observado que el hecho sirve.
Pero también hay que ser muy precisos, porque si no puede salir contraproducente. Aunque bien hecho la cosa funciona de manera correcta. Y les comentaré por qué en esta entrada.
Pide y se te dará
El texto bíblico al que me refiero aparece en San Mateo, capítulo 7, versículos 7 al 12:
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O qué hombre hay entre vosotros que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden? Por eso, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas.
Así que la invitación está muy clara. Pide y se te dará. En mi caso concreto, una editorial muy famosa me invitó a postular un trabajo para su publicación. La idea me gustó y afirmé que ya lo tenía casi listo, así que bastaba que me dijeran los detalles para hacerlo.
Pero hete aquí que llegaron los requerimientos formales: debía ser inédita, no parte de una serie -a menos que fuera el primer libro-; no usar personajes que hubieras utilizado antes; rebasar un mínimo de 100 páginas -equivalente a unos 35,000 caracteres- y contar con todos los derechos para que puedan hacer traducciones, versiones en audio, en papel y en digital.
Debía registrarse antes del 1 de julio la sinopsis y entregarse antes del 15 de julio en versión final, con al menos una corrección de estilo o una edición aparte de la del autor. Parecía factible.
Pensar soluciones
El detalle es que cuándo afirmé que ya estaba listo, pensaba en «las mujeres que solían soñar», la continuación de mi primera novela, «Clara Sandra solía soñar«. Pero no era la primera de la serie, usaba personajes previamente utilizados y… bueno, los demás requisitos si los tenía.
Así que la solución era muy clara: dejar pasar la oportunidad y decir que no tenía nada… o desarrollar, editar y corregir una novela de 50,000 palabras -unas 170 páginas- en quince días. Y eso a la mitad del Reto Blog, del que ya les he comentado.
Habiendo escrito el método «Escribe Hoy«, que permite escribir un libro o una tesis en un mes, la dificultad era relativamente menor: ¿podría hacerlo al doble de velocidad? Sospechaba que si, pero el reto no era menor.
Revisé con mi editora de cabecera, Aline, y aceptó el compromiso de revisar la novela entera «a ritmo de producción». Esto es, mandarle conforme iba escribiendo y ella tenía dos días máximo de desfase. Lo que le mandara el lunes debía estar de regreso el miércoles, a más tardar. Pero eso no bastaría.
Así que a través de boletines, redes sociales -Facebook y Twitter- y otras vías, pedí lectores beta. Quien quisiera ayudarme como lector, sería bienvenido. Con una salvedad: tenían dos semanas para leer la novela completa. A algunos, se les dio a «ritmo de producción» y a otros en bloques de 7 capítulos a la vez.
Se muy preciso al pedir
Los resultados de la retroalimentación ya se los comenté en una entrada anterior. Pero en general puedo decirles que fueron muy positivos: 80% les pareció buena/muy buena y 40% quieren leer una secuela. Nada mal. Solo 10% dijo que no les gustaba.
Comenté en un par de grupos de autores que había logrado terminar la novela en dos semanas y con diez lectores beta. Me preguntaron cómo había sido posible. Muy simple: porque lo pedí. Le pedí a mis lectores de blogs y novelas y a mis seguidores de redes sociales que se sumaran. Diez de ellos tuvieron el tiempo y la disposición. Y ya está: salió y salió bien. En otro mostré la portada, y llegó suficiente retroalimentación en un día para rediseñarla.
Le pedí a mi editora y al diseñador que se apuraran. Los dos días de colchón se agotaron: La editora me mandó la revisión final de los últimos capítulos antes de ocho horas. Y eso porque se los mandé a la una de la mañana, que si no, hasta menos tiempo. Mi diseñador envió la portada antes de 4 horas, y teníamos una versión revisada antes de 24 horas.
¿La clave? Ser muy preciso al pedir. Pedirle a quien ya te ha leído y le gusta tu estilo. Pedirle a los compañeros de Reto Blog y de Asíntotas. A mis suscriptores. Decirles que esperaba -una opinión honesta, sugerencias generales, corrección de errores-. Y si, en menos de tres semanas estamos listos para mandar el texto a la editorial.
La siguiente semana les tendré más novedades del avance. Por lo pronto, ¡Gracias!