Hay días en que tienes la pila baja. Ni modo, así pasa. Si, pudiste cargarte el celular -o el cuerpo, que para este ejemplo es lo mismo- toda la noche, pero por alguna razón a las nueve de la mañana ya estás al 60%. Y si no haces un power nap o recargas un par de horas en un outlet, a la una de la tarde estás en rojo y a punto de apagarte.
El problema es cuándo la pila parece no recargar al 100%, aunque la dejes muchas horas. Cuándo tras dormir diez horas amaneces cansado. Cuándo no importa lo que hagas, parece que no has hecho nada. O que trabajas mucho por mucho tiempo, pero no hay avances. Y eso, en el acumulado, va noqueando y cansando de más.
Y al paso de las semanas igual, se vuelven meses. Y entonces la pila baja parece que sólo se va a poder resolver cambiándola totalmente: un nuevo trabajo, un nuevo proyecto, una nueva idea, una nueva tarea. Y hay quien lo entiende con una nueva pareja, o con un perro, o con un hijo. O con un nuevo hábito negativo.
Es relativamente normal estar cansado o deprimido de cuándo en cuándo. Como resumió un buen amigo la película «IntensaMente»: Se trata de vencer la tiranía de la alegría. Las otras emociones también tienen derecho a manifestarse.
Si me pusiera a recontar fracasos recientes o problemas, se entendería la razón del agobio. Pero aún en esos casos, podría contar las bendiciones y acabaría con saldo positivo. Pero si, no falta el momento -tal vez como hoy- en que el agobio vence y la pila baja se torna vacía fácilmente.
Pero bueno, lo relevante es que andamos con la pila baja, con cosas atrasadas… y eso nos fatiga más y se vuelve un círculo vicioso. Debemos romperlo. No es fácil, pero se puede.