Pila baja. Fatiga y desánimo… de muchos.

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Pila baja

Andamos de pila baja. No sólo me refiero a mi o al blog. Veo a mucha gente en la familia, en el trabajo, entre mis clientes. En la sociedad toda se percibe un cansancio o una fatiga constante y abundante. Me preocupa no sólo porque es generalizada. También porque es profunda.

Ánimos y desánimos políticos.

Es curioso, porque la verdad es que diciembre fue un tanto eufórico. El arranque del nuevo gobierno, pese a las dudas que algunos teníamos, se llenó de un «que bien, logramos un cambio importante». Me recordaba los días del 2000, entre la victoria de Fox y su primer año en el poder. Mi generación lo había logrado: sacamos al PRI de Los Pinos, sin violencia.

Claro que luego rompió expectativas, no cumplió todo lo prometido y nos dejó un poco más tristes. La victoria de Calderón fue tan cerrada que tampoco causó euforia. Para muchos fue producto de un fraude. La de Peña Nieto, más amplia, era una mezcla de tristeza y desasosiego: el PRI había vuelto, y con tan margen tan amplio, que no podría decirse que hubo trampa. Su arranque, con el Pacto por México tuvo resultados importantes con reformas no logradas en 20 años, pero la corrupción y los malos manejos de temas sensibles (la Casa Blanca y Ayotzinapa) lo desbarrancaron también.

Bueno, pues el arranque de López Obrador trajo un ánimo social muy positivo en la mayoría de las personas. No en todos, pero si en la mayoría. Lo grave es que, entre sus malas formas y errores (como el desabasto de gasolina, la cancelación del aeropuerto y el despido burdo de decenas de miles de burócratas) hicieron un bajón de ánimo social y personal que aún se nota.

Incluso sus simpatizantes más acérrimos están de ánimo caído. Como si trajeran la pila baja. Y es que lo bueno no empieza a hacerse y lo malo se sigue extendiendo.

Fatiga o pila baja

No se apuren; es algo que todos hemos pasado en algún momento. Me acuerdo por ejemplo del Reto Blog del verano de 2016. También traíamos fatiga o hartazgo, y no solo yo. Todos los participantes.

Lo notable es que ahora es un desánimo generalizado. Entre mis amigos que fueron funcionarios públicos, porque ven que lo bueno que hicieron se deshizo rápidamente. Y lo que sabían que estaba mal no se ha corregido. También entre quienes siguen siendo funcionarios. Les preocupa el aumento de cargas laborales, la reducción de personal y el desconocimiento de muchos de los nuevos colaboradores (y de algunos jefes). Entre los empresarios e inversionistas hay nerviosismo y desánimo.. Trabajadores de empresas y fábricas están preocupados. Algunos beneficiarios de programas sociales -los jóvenes becarios- se escapan del desánimo, pero solo un rato.

Porque, la verdad… el ánimo social anda bajo; la expectativa social no ayuda y la esperanza en el nuevo gobierno se desvanece. Aunque la popularidad presidencial siga alga. Es cosa de esperar y ver. Y de no rendirse mientras tanto: ya encontraremos con que cargar nuestra pila baja y nuestro ánimo social. Porque esto no va a seguir así.

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