A quince días de iniciado el año, hay cosas que ya hice y otras pausadas. Tengo claro que planear y ejecutar no es lo mismo… Y es algo que se observa en muchas áreas, lo mismo en empresas que en política y, por supuesto, en la vida misma. Hacer un plan y poderlo realizar no es igual.
Ahora… también hay que reconocer que, en los planes para todo el año, con 52 semanas por avanzar y habiendo transcurrido apenas 2, esto es menos del 1% del tiempo. Así que si hubiera un avance del 1%, podríamos estar en el plazo.
Del otro lado, siempre está la decisión de dedicar tiempo a los proyectos propios, o atender los de los clientes. Y en estos tiempos en que hay pocos clientes, hay que tratar de atenderlos con cuidado y dedicación.
Aunque también parte de los retos es adaptar nuevos hábitos: al menos, ya logré la consistencia en horarios de algunos de ellos -como empezar los días meditando, aunque eso implica levantarme una hora antes. No he tenido problema. Otros, dependen de la agenda: la bicicleta se ha logrado en menos del 25% de los días planteados, y el objetivo de caminata mínima va en 75%.
Planear y ejecutar
Todos sabemos que planear y ejecutar no son lo mismo. O que, a veces, el plan es perfectamente contrario a la ejecución. Por ejemplo, pocos hechos importantes de nuestra historia han salido como se planearon: por ejemplo, la independencia, iniciada por Hidalgo, fue consumada por un militar realista que cambió de bando. Y su plan de «Independencia, Unión, Religión» terminó con la pérdida de la mitad del territorio nacional y con una guerra civil que limitó el rol de la Iglesia Católica y que se abrió a muchas otras denominaciones. Creo que el resultado -un estado laico no confesional- es positivo, pero… el punto es que el plan no salió como se había hecho.
De manera similar, ni la expropiación petrolera de 1938 ni el Tratado de Libre Comercio de América del Norte fueron temas que se abordaron en las campañas presidenciales de Lázaro Cárdenas o Carlos Salinas. Simplemente, «se hicieron» como respuesta a problemas de coyuntura. Y, al final, redefinieron el país en el largo plazo. Así que «no ejecutar un plan» no es necesariamente algo malo, y hacer algo sin planear no es necesariamente algo bueno.
Lo dicho y lo hecho
«Pero… ¿ahora por qué tan decidido?», me preguntaron. Bueno, sin duda -y como dice mi estimada Mónica Martínez, con quien estoy avanzando un proyecto- la vida es distinta después de haber tenido COVID. Como les comenté, salí positivo al covicho. Afortunadamente, un diagnóstico oportuno, la medicación adecuada y el seguimiento de las medidas de precaución, hicieron que todo quedara en pasar el año nuevo aislado y solo… y poco más que eso. Eso es bueno.
Entre las cosas que sí he podido hacer, destacan las siguientes:
- Hacer un seguimiento puntual de los gastos personales, a condición que sean o digitales -en cuyo caso anoto hasta los centavos- o al nivel de billetes. Si en alguna transacción me dan 18 pesos de cambio, la redondeo. Si son billetes de 20, se anotan en la cuenta de «Efectivo». Para eso, Finance41 ha sido una buena opción. La opción gratuita les permite apuntar hasta 3 operaciones diarias. Suele ser suficiente para un control personal.
- Llevar un seguimiento de tareas personales y laborales. Claro que, tras años de usarlo, Wunderlist me parecía buena opción. Pero lo compró Microsoft, le hizo cambios que lo arruinaron, y luego lo cerró y nos mudó a su propia app nativa de tareas. Por supuesto, borré la cuenta y me quedé un tiempo intentando hacerlo en Google. Algo le faltaba. Al final, encontré Any.do. Tiene las mejores cosas del desaparecido Wunderlist y algunas más, aunque la opción gratuita la sentí limitada -está bien para llevar cosas sencillas, personales o laborales; pero para el trabajo bien hecho recomiendo la Premium-. Me costó trabajo darla de alta y adaptarme, pero tras unas cuatro horas de aprender a fondo, creo que ya casi le saco todo el jugo.
Lo que sigue.
Les decía al principio que empezar el día meditando, la caminata constante, andar en bicicleta, continuar estudiando idiomas, conociendo un libro nuevo cada día laboral a través de Blinkist y ver una conferencia de TED.com están avanzando casi a diario, en la medida en que el tiempo lo permite. Me falta hacerlo más constantemente para considerarlo un hábito. En una de las entradas más vistas de Dichos y Bichos (¡de enero de 2012!) les ofrecía una pequeña herramienta para crear hábitos… y me está funcionando.
Hay algunas cosas en que la limitación del dinero o que algunos negocios cerraron (y otros tienen desabasto) por la pandemia, me han limitado terminar las tareas. Por ejemplo, una lámpara que tengo que cambiar no la habido disponible. Aunque parezca increíble, me tomó casi diez días conseguir thinner, pues las tlapalerías cercanas que abren no han tenido y los supermercados… tampoco. En una ocasión que tuve que alejarme de casa por algo de trabajo, pasé a un super y allí encontré. Tampoco había mucho. ¿Será que se lo están bebiendo, o que las fábricas están cerradas? A saber.
En fin. Ya les seguiré comentando como van esos cambios de hábitos. Este fin de semana toca reiniciar otras dos cosas, y espero antes de marzo tener «todas las pelotas en el aire», pudiendo hacer malabares adecuadamente. Les recomiendo esas tres apps y el sitio de las conferencias. Muy buenos.
Imagen de hoy: Zen Chung en Pexels.com. Video por @Gjsuap. Ninguna de las ligas presentadas es de afiliado, y se comentan sólo por el beneficio de los lectores.
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Por eso escribí que la vida es un costante cambio, perpetuo y continuo.
Planeamos algo y a la hora de ejecutarlo cambia radicalmente todo.
Entonces , ¿que nos queda?
*Planear y ejecutarlo como lo pensado.
*Planear y estar preparado para el cambio.
*Dejar que todo fluya y nada influya.
Sin ningún plan.