Les había dicho que durante las campañas decidí estar muy callado. Temía molestar a mis amigos y conocidos que estaban en las más diversas campañas. Algunos me invitaron a sumarse a sus proyectos -gratis-. Alegaban que al ganar habría la posibilidad de tener una oportunidad de integrarme a sus gobiernos. Pero me apliqué una especie de poscensura. Vaya, nadie me pidió que me callara. Lo hice solito.
Seguro también lo vivieron. En las redes sociales subió el nivel de agresión y molestia de unos con otros, vinculados a sus posiciones políticas. Que si los AMLOvers. Los pejefans. O los Pejezombies. La Chairiza, refiriéndose despectivamente a los de izquierda. Los tragatortas, peñabots o muertosdehambre vendevotos. Las locas del rebozo. Los cAnayistas. Todos adjetivos despectivos para quien piensa diferente.
Pocas veces hablé durante la campaña. Puse algún tuit señalando inconsistencias de los candidatos. De todo recibí. Desde delicadas críticas o refutaciones hacia mi argumento, hasta los «cállate pendejo» y alguna amenaza de muerte o destierro. Ya ni les digo cuándo llegaron los debates: me acusaron -alternadamente- de ser un simpatizante de cada uno de los candidatos y también de ser un tipo grosero y estúpido… por criticar a los candidatos. Y me lo dijeron simpatizantes de los cuatro. Así que algo hice bien.
Poscensura: la nueva censura
Bueno. Opté por guardar silencio en las campañas, y más cuándo una buena amiga se alejó. Me mandó el folleto Pejenomics el día de su estreno. Fui de los primeros en leerlo. Sentencié que era un buen libro de ciencia ficción, pero nada demasiado serio: «25% de las propuestas ya se hacen. 25% son modificaciones menores a cosas que ya se hacen. 25% son soluciones ideológicas, no científicas. El 25% son ocurrencias sin sentido». Y aunque señalé aciertos y errores, se enojó. «¡No te lo mandé para que lo analices, te lo mandé para convencerte de que tiene propuesta!». «Perdón, si quieres que consuma propaganda acríticamente, me quieres volver un zombie sin cerebro». «No me interesa tu opinión, me interesa que te sumes a nuestra causa ahora mismo». Pum. Fin de una amistad y proyectos de casi 7 años. Así pasa.
Tal vez por eso me llamó tanto la atención la charla TED del periodista Juan Soto Ivars. En 2017 publicó su ensayo: «Arden las redes: poscensura y el nuevo mundo virtual». ¿Qué nos dice? Pues eso: El clima de irritación constante y masiva en las redes sociales ha generado un nuevo tipo de censura. Una poscensura que aplica sus prohibiciones de manera orgánica, imprevisible y caótica. Los usuarios participamos de todas las polémicas empujados por la sed del reconocimiento, mareados por la sobreinformación y confundidos por el relativismo de la verdad. Las #FakeNews de Trump. Mientras tanto, determinadas voces desaparecen por miedo a la humillación. En este contexto, lo más fácil es la autocensura, pero esto tiene un peligro: nos estamos quedando sin libertad de expresión.
Nos recuerda el caso de la autora María Frisa, quien fue linchada en redes sociales porque su libro «75 consejos para sobrevivir en el colegio» fue linchada en redes, acusada de fomentar el bullying por un par de frases de su libro satírico salidos de contexto.
Acá les dejo la conferencia, por si quieren saber un poco más del tema al que nos enfrentamos en esta nueva época. No dejen de verla… Y no se dejen censurar. Ni siquiera por los «amigos» a los que «no les interesa tu opinión». Así de triste y así de claro.
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Imagen de hoy pedrosimoes7 y charla TED desde YouTube.