Es bueno tener muchas ideas y llevarlas a la práctica. El problema es tener demasiadas ideas y luego no saber cómo priorizar. ¿Cuál es el primero y por qué? ¿Cuánto tiempo dedicarle a cada una? ¿Cómo decidir qué se hace primero, qué se hace después y de plano qué no se hace? No son preguntas fáciles, pero cuándo tienes varias ideas en marcha a la vez tienes que hacerlas… y no siempre es sencillo.
No son preguntas sencillas, pero eventualmente hay que hacerlas. Es particularmente importante cuándo tienes muchas ideas que desarrollar.
Ante este tipo de dilemas me pregunto, ¿Cuál es el criterio objetivo para valorar cuál hacer y cuál no? ¿Qué harás primero, la que te da más retribución económica, la que da más reconocimiento, la que te interesa más, la que te gusta más, la que es más significativa…? Si hay alguna que destaca en tres criterios a la vez, magnífico; pero si son tres empatadas en distintos criterios, no es una selección sencilla.
Establecer un criterio para fijar prioridades es una buena manera de lograr hacerlo. En su libro «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva» Stephen Covey señala que hay tres principios internos y 3 principios externos más el llamado «séptimo hábito», el más importante: garantizar tu desarrollo en las áreas mental, física y espiritual; recomienda que hay que hacerse un tiempo para cada una de ellas porque sin ti ninguno de tus proyectos se puede realizar -a menos que dediques tiempo a documentar cómo hacerlo y que continúen sin ti, pero tampoco eso garantiza que todo se hará bien y como quieres.
Así que es importante establecer prioridades. Por ejemplo, cuándo en un día como hoy mi lista de pendientes arranca con 35 cosas por hacer, y hay algunas que puedo hacer en tres o cinco minutos, en media hora puedo borrar 10 o 15 pendientes, pues conviene hacerlos aunque no sean tan importantes. Hay algunos que requieren cierta hora específica -como tomar la medicina de las 3 pm- y que pueden esperar a su momento. Pero las tareas fundamentales requieren hacerse, aunque no haya muchas ganas de intentarlo o requieras esperar insumos de alguien más.
Lo curioso es que hacer cosas que te gustan puede ser más fácil y relajado que aquellas que no, por lo que un buen balance es alternar ambas: una que te gusta, una que no; aunque, recordando a Covey, hay que procurar hacer «primero lo primero», es decir, lo que él ubica en el cuadrante de «Urgente e importante», cuidando no confundir lo que es importante con lo que es urgente.
Ciertamente balancear prioridades no es una tarea sencilla, pero vale la pena el tiempo que le inviertas: si logras hacerlo bien, puedes hacer más cosas en el mismo tiempo, lo que en buen español implica hacerte más eficiente y eficaz. No es tarea fácil, pero sin duda priorizar adecuadamente debería ser la primera tarea del día. Porque con esa resuelta, las demás cumplirán su rol y se harán en su momento. Lo que no está nada mal.
Imagen de hoy ruminatrix via Compfight