Ayer me tocó ver tres incidentes menores, pero que marcan una tendencia preocupante. El nivel del tema apenas da para seis pesos de pelito, pero aquí me tienen comentándolo.
El primer caso fue en el metrobús línea 7. En la estación Hidalgo (rumbo al sur) el sistema tiene una estación perfectamente aislada: para evitar filas se paga al entrar en la estación y no al subir en el camión. Piensen que es la estación más cercana al metro Hidalgo, donde pasan las líneas 2 y 3 del Metro (la más turística y la que más pasajeros transporta al día, respectivamente). Adicionalmente está el templo de San Hipólito, sitio en que se fundó la ciudad de México y en dónde se venera a San Judas Tadeo. Es decir, en las mañanas es una estación muy concurrida y dónde conviene cobrar en el torniquete y no en el autobús.
Bueno, pues un joven muy «vivo», para ahorrarse sus seis pesos del pasaje, saltó desde la calle hasta el andén. Hasta que, obvio, lo vio el policía y trató de sacarlo. ¿Lo peor? Que la gente le decía que lo dejara, que pobrecito, que era un prepotente y que hasta lo denunciarían en Derechos Humanos. Y, a pesar del forcejeo, terminó subiéndose al autobús -por atrás, que en la entrada estábamos formados- y el polizón le huyó al policía. Incómodo, pues.
O sea, un tipo por ahorrarse seis pesos se metió por dónde no debía y la autoridad no pudo evitar el microrrobo o el macroabuso. Pasó y ya.
Seis pesos… o menos.
El segundo incidente tuvo que ver con que en el metro tres jóvenes se metieron por debajo del torniquete, obviamente, sin pagar. El policía los encaró y… lo tiraron de a loco. «¿Qué nos vas a hacer, cabrón? ¿Qué no ves que somos más que tú? ¡Y para la mierda que te pagan! Mejor no te arriesgues». Y sí, él optó por no complicarse la vida e incumplir con su deber. Mejor vivo incumplido que «muerto en el cumplimiento del deber». Aquí el pleito fue por cinco pesos.
El tercer incidente tuvo que ver con oficiales de tránsito que pretendían «liberar» una avenida en que múltiples peceras y microbuses hacen base. Por supuesto, la presencia de la «autoridad» sirve para nada. No le hacen caso, le avientan las unidades, no puede infraccionarlos y no logra quitar a uno cuándo ya llegó el siguiente a pararse allí mismo.
El punto no es el pasaje, es el detalle de que las personas vean «normal» y hasta conveniente no pagar el transporte. «Es normal, todos roban». «No te enojes con ellos; son abusados». Es volver a caer en el debate entre lo ético y lo legal. «Seis pesos no es mucho, ni para qué pelearte». Tal vez no lo es. Pero es un robo. Un robo hormiga.
El orígen.
Creo que uno de los motivos es el movimiento estudiantil de 1968. Desde entonces, a la autoridad en México le da miedo que la consideren «represora». Entonces… prefiere evadir su responsabilidad que asumir los costos. Y eso va desde el presidente y los gobernadores hasta el policía de la calle.
Añadamos que desde el sexenio de Carlos Salinas (1988-1994) se creó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Y aunque ha ido poco a poco ampliando su alcance, la verdad es que ha contribuido fuertemente a una cultura que le resta autoridad a la autoridad. Y así no es fácil evitar seis pesos de pleitos -aunque sean para llevar-. Ahondare más en este tema en una entrada futura.
Imagen de hoy: Overworked and Underpaid by Carl Campbell
Mi estimado Gonzo…. Un abrazo antes que nada….
Como siempre muy interesante tu comentario, en realidad es la mentalidad de «él que no transa, no avanza»
En nuestro país estamos endiosados con la idea de hacer solo lo correcto cuando nos vean, cuando nos puedan castigar, cuando nos obliguen, de otro modo es ser pendejo y como nadie quiere serlo; porque eso si nos duele, pues lo evitamos evitando mil escusas….
Y las autoridades desgraciadamente piensan igual asi que para que se esfuerzan….
En realidad si se requiere una transformación moral de toda la sociedad, pero fuera de pocas personas que realmente son honestas, rectas y congruentes en su decir y actuar, nadie quiere dar el primer paso.
«Hágase Señor tu voluntad… en los bueyes de mi compadre», «Si van a llorar, que no sea en mi casa» Y el resto que tu, yo y todos los mexicanos conocemos y de una u otra manera usamos como nuestra disculpa cultural.
Total cuanto le quita al metrobus lo de un pasaje…???
Saludos Gonzo….
Tristemente, tienes razón… Así pasa. Gusto en leerte por acá y bienvenido cuándo gustes.