Estoy en una etapa de reflexión previa al arranque de mi siguiente año, mi cumpleaños de la siguiente semana. En la entrada anterior les hablé de las dificultades -principalmente laborales- que me tocó padecer el año anterior. Ahora les diré sobre lo que he procurado sembrar en estos meses. Y si bien fue un invierno particularmente crudo, confío en que al arranque de esta primavera de 2016 los nuevos frutos empiecen a lograrse.
Por supuesto que para los citadinos entender los plazos y tiempos de la naturaleza no es tarea fácil: tal parece que eso de «perder el tiempo» al sembrar y esperar a que las cosas ocurran no es algo muy sabio. Es decir, estamos acostumbrados a hacer todo rápido y deseando tener muy buenos resultados en muy poco tiempo. Pero la verdad es que la naturaleza y la vida en general requieren tiempos y plazos que conviene no apurar. Un bebé sietemesino tiene más dificultades para vivir que uno que logre cumplir su plazo de nueve meses; una fruta cosechada antes de tiempo no tiene ni el sabor ni las cualidades que se esperan de ellas; y hacer las cosas rápido puede reducir su calidad. También es cierto que la maestría se logra con la práctica, por lo que hay que practicar y practicar y practicar, y sembrar cuándo es el momento adecuado.
Vocación al sembrar.
Sin duda que mis años en el sector público fueron muy positivos en general. Me ayudaron a proveer a mis hijos y mi familia de manera adecuada. Me dieron grandes oportunidades de viajar y conocer personas interesantes. Por ejemplo, me falta visitar únicamente dos estados: Nayarit y Baja California Sur -habrá que ir de vacaciones a La Paz- He estado en el resto del país al menos una vez en la vida, más de la mitad de ellos con motivo de mi trabajo. Y me ha tocado pisar lo mismo Alaska que Chile y al menos otras cinco naciones en el continente, además de ir a Inglaterra. No me quejo.
Es raro leer los periódicos y noticias y ver que a muchos de los personajes que se mencionan los has visto o has trabajado con ellos. De los buenos y de los malos. Sabes cuáles merecían mejor suerte -aunque no les va mal- y cuáles han llegado más por accidente que por otras cosas -para mal de todos-. Ver tras bambalinas da otra visión de las cosas, sea figurativamente o sea real -me ha tocado lo mismo participar en eventos en el Teatro Blanquita que en Bellas Artes. Y todo lo que hay enmedio-.
Pero debo reconocer que mi mayor vocación es escribir. Los mejores proyectos que desempeñé pasaron lo mismo por redactar leyes y documentos (como la Ley de Protección a la Salud de los no Fumadores en el D.F., que dio la pauta para los espacios libres de humo de tabaco a nivel nacional) que por preparar presentaciones, incluso algunas realizadas en foros tan importantes como las Naciones Unidas en Nueva York, Viena o Dubai. Asistir a la Reunión Mundial de Educación. También como decía una de mis jefas, «la escala de lo que puedes hacer desde el gobierno es muy grande. Tanto para los aciertos como para los errores». Entre ellas, contar con más de 200,000 alumnos becados o entregar 750,000 lentes fueron dos de las taras que eran mi responsabilidad directa.
Sin embargo, la vocación real, lo que más me mueve, es escribir. Comunicar, enseñar y encontrar en las personas el momento «ajá», en que se sienten motivadas y estimuladas para lograr algo. Y eso si tuve oportunidad de hacerlo y es lo que me quiero llevar hacia adelante.
Porque creo que ha llegado el momento de ser totalmente fiel a mi vocación; de hacer lo que parecía un hobby toda una profesión. Es momento de reinventar mis ingresos y mi trabajo. Por ejemplo, entre lo que hacía fuera de horas de oficina o los fines de semana, recién caí en cuenta que tengo más de 20 sitios web, algunos muy desarrollados como Dichos y Bichos -con casi 900 entradas escritas-, otros muy especializados y otros a medio camino. Sembrar en todos ellos no ha sido fácil, pero tampoco me he dedicado al 100% a ellos, por lo que los resultados están a medias. Se que con un poco más de dedicación y cuidado pueden crecer y volverse «algo más» que un mero hobby.
Y para cerrar el recuento de la semana, los espero el viernes -aunque sea viernes santo- para comentarles a lo que me pienso dedicar ahora que he pasado varios meses preparando mi reinvención. Así que… acá nos vemos el viernes y gracias por acompañarme a sembrar los nuevos tiempos… y lo que viene.
Imagen de hoy Ting Cheng via Compfight