Estos han sido días muy cansados y muy pesados. Me ha tocado cerrar proyectos de todo tipo: laborales, personales; propios y ajenos. Por decisión propia o por mutuo acuerdo. Porque se acabaron o porque se terminaron. Algunos dejarán espacios para nuevos proyectos. Otros requerirán un seguimiento más a detalle, pero distinto. Y, aunque es cansado -en algunos más que en otros- es positivo en el balance.
Por ejemplo: Ya, por fin. A pesar de estar lista en primer borrador desde noviembre, «El hombre que dejó de soñar» se va ya en mi borrador final con la editora, primero, y con los lectores beta, después. Es decir, estará listo antes de mi cumpleaños -el 28 de éste mes-. No sé si publicarla de una vez o esperar a que salga, primero, la segunda parte de la saga. «Las mujeres que solían soñar». Que está en pausa en su segunda revisión. Es, sin duda, el proyecto más ambicioso que traigo, por su alto contenido de época -y por quien me hizo favor de editar una parte. Un famosísimo editor con experiencia del más alto nivel y que me hizo trizas pero también me estimuló mucho.
Por otro lado, al descargar ese pendiente podré acelerar aún más «#Calexit«. Es decir, podré enfocar mi tiempo de escritura a ese proyecto en mayor número de horas. Y me invitaron ya a hacer otros dos proyectos este semestre. De verdad me siento encarrilado y feliz.
Terminar… aunque no acabes.
Y sí: uno de los problemas es terminar, pero no acabar. Por ejemplo, ahora que estamos compartiendo en línea «Clara Sandra solía soñar» me han sugerido que vuelva a hacer una versión impresa. Ni el tiempo ni el dinero me dejarán hacerlo si no pauso otros proyectos. Pero también me piden que haga visitas literarias privadas. Este mes presentaré un libro en el Centro Cultural Xavier Villaurrutia -aparten la fecha: Marzo 17 por la tarde. Les daré detalles más adelante-. Y si quiero hacer todo… puedo, pero será pesado.
Hay en el tintero unas entrevistas en radio y televisión, tanto en México como en Estados Unidos. Pero también hay que promover los proyectos que vienen -como el taller «Letras en la Naturaleza«-. Y esperar a que corran los plazos para otros proyectos. Terminar de formar libros y e-books para mis clientes. Avanzar las tesis. Dictar la conferencia que me pidieron. Empujar las campañas pendientes… Y los nuevos proyectos que me han planteado. Proyectos de gran alcance e importancia.
Así que si, es muy grato terminar. En este caso, una novela más. Pero… no acabas. No acabas con todos los pendientes y responsabilidades, aunque termines. Es, sin duda, un cuento de nunca acabar…
Imagen de hoy: green_kermit via Compfight