Asumámoslo: como lo decían los monjes medievales, «no hay nada más cierto que la muerte. No hay nada más incierto que las condiciones de la propia muerte». Y tieen toda la razón. Mortales somos; moriremos. Cuándo y cómo, no lo sabemos. ¿Podremos trascender o no?
Tal vez para esos monjes medievales, era fácil saberlo: irían al cielo si eran buenos, obedientes y orantes.
Pero la definición de «bueno» podría no ser homogénea para todos, y algunos que pensaban hacer el bien hacían mucho mal. Pienso, por ejemplo, en los inquisidores: según ellos, salvaban almas, protegían la fe y beneficiaban a la Iglesia. Hoy nos suena increíble.
Así que otra forma de trascender es hacer obras buenas a favor de los demás. Y en eso mi vía ha sido publicar libros. Espero que sean útiles para los demás y que les ayuden a ser más felices, vivir mejor o divertirse mientras aprenden. Si así es, lo habré logrado. Si no… deberé esforzarme más para que «la reseca muerte no me encuentre vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente», como cantaba cierta canción.
Trascender o no
Agradece. Agradece. Estás vivo. Eso debería bastar. Agradece por todo lo demás que tienes… aunque creas que es muy poco.
La verdad es la mejor manera para no tener que recordar mentiras todo el tiempo. Siempre dila.
Es una gran canción de Silvio Rodríguez. «Sin libro, ni árbol, ni hijo». Sobre los que no pueden lograr las tres metas para considerar que su vida trascendió. Escúchenla aquí.
¿Qué les puedo decir de esta frase? Es una de las más bellas de «El tesoro de Cuauhtémoc«, mi más reciente novela, y se refiere a cómo debemos caminar en la naturaleza… y todos los días, en realidad.
Otra bonita frase de «El tesoro de Cuauhtémoc«, en dónde los estudiantes del Calmecac se preguntan por esos hombres extraños que se han visto por Veracruz. ¿En qué creen ellos? Me parece que resuena en nuestra vida cotidiana también.
Pues si: la frase no es de una marca deportiva (que, por cierto, se llama como la diosa de la victoria griega, «Nike»). Es del poeta Horacio. Así que… más de dos mil años con la idea en la cabeza.
Dos de octubre no se olvida. Porque es el natalicio de Gandhi. Y que mejor manera que festejarlo que recordando esta frase suya.
… y, por cierto, les dejo la canción «solo le pido a Dios» -en una gran interpretación; lo confieso, de lo poco que me sacó lágrimas en «La Academia» uno de los raros días que le puse por accidente y me quedé por curiosidad. ¡Estrella! (aunque no es la versión que cantó a capella, en solitario, y me hizo llorar…)
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Imagen de hoy: Keoni Cabral via Compfighty postales por @gjsuap y video desde YouTube.