En el post de ayer comentaba sobre el nuevo sistema de videovigilancia de la ciudad de México, que incluye cámaras en el metro y que se utilizará para identificar y detener a aquellos delincuentes con órdenes de aprehensión pendientes de ejecutar. El sistema cuenta con un módulo de reconocimiento facial. Ayer vi dos centrales de monitoreo corriendo el programa de detección de rostros -¡lo lamento, no tomé foto porque no quiero que me acusen de espiar a los espías! En la foto está el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard, frente a uno de los monitores multicámara el día de la inauguración del sistema.
El problema planteado ayer continúa: ¿Qué hacer si no quiero ser grabado en cámara por el gobierno? Tal vez dirán que en una situación de acceso controlado, como en el caso del Metro, es inevitable. Puedo decidir usarlo o no ¿Pero en las calles? ¡No hay alternativa! Recuerdo haber visto en el metro de Vancouver (en British Columbia, Canadá) que parte de la estación estaba monitoreada con cámaras, pero la otra mitad no, y lo mismo al interior de los trenes. Así, si querías viajas más seguro, pero supervisado por el gobierno, podías hacerlo; pero si querías viajar con privacidad, aunque a mayor riesgo, podías hacerlo. Hay una elección individual en cada caso. Realmente, no creo que sea muy difícil utilizar la autoridad de esa forma, que también respeta las decisiones individuales. ¿O ustedes que creen? ¿Cuál es su opinión? ¡Coméntenos!