No es sencillo librar ciertas tareas. Tal vez por eso pocos lo logran. En el National Novel Writing Month de 2014 empezamos medio millón de personas de todo el mundo buscando escribir una novela de al menos 50,000 palabras en un mes. Apenas 45,000 logramos el objetivo. Menos de 200 de ellas mexicanas… Y es que no es fácil. En mi caso, porque la idea me había rondado casi treinta años; porque había acabado el Reto Blog de Octubre, que me había hecho publicar casi 30,000 palabras en un mes y porque tenía que hacerlo. Así que «Clara Sandra solía soñar» se acabó el 3 de diciembre con casi 72,000 palabras y unas 300 páginas (en letra de 14 puntos. Serían menos en una tipografía más pequeña).
Pues bien, esta obra ya está disponible en Amazon en formato digital, y muy pronto estará también en papel. A todos los que ya la leyeron, una reseña, comentario o evaluación en el sitio de Amazon me ayudaría mucho.
Pero en particular el último tramo de este reto de publicar una novela merece, por si mismo, un relato en paralelo.
Resulta que está escrita con un seudónimo, Giacommo J. Seráuz -que entenderán al leer la novela-. Y si bien es evidente que Seráuz es Suárez al revés -pero con las primeras letras preservadas en su orden- resulta que suspendieron mi cuenta en Amazon porque… estaba plagiando a alguien más. Tenía que demostrar mediante un contrato, una carta o una prueba irrefutable que el tal Seráuz me había autorizado la publicación de la obra. Pero cuándo yo escribí autorizando, no me aceptaron porque yo era yo. Y cuándo «Serauz» escribió desde su propio sitio web serauz.mx no lo aceptaron porque… sólo podían tener comunicación oficial conmigo y no con un tercero, aunque eso es lo que hubieran pedido.
En el camino, fue necesario enviar el registro de copyright de la obra, fotos de las ediciones anteriores -donde constan ambos nombres- y otros elementos probatorios. Eso en español y luego en inglés. Y entonces resultó que Seráuz es un italiano y que lo mío era una traducción al español y no una obra original. O que el poema «Primero sueño» de Sor Juana Inés de la Cruz, que se incluye como apéndice hacía de esta una obra de dominio público o que requería la autorización del autor para la inclusión del poema. Aunque es menos del 10% de las páginas y está citado como obra de otro autor y se incluye la fuente.
En resumen, demostrar que yo soy yo, que escribí una obra original y que tengo derechos para publicarla, causó la suspensión por casi dos semanas de mi cuenta en Amazon, la detención de la venta de mis otras obras -incluyendo la publicación del libro Escribe hoy– y la amenaza de cancelación de mi cuenta por «violar el copyright». Fue en particular esta última semana muy complicada pero al fin lo logramos: Clara Sandra solía soñar ya está a la venta en Amazon o en su sitio web clarasandra.com