En días recientes en el entorno cercano me ha tocado ver una serie de análisis fallidos, que me confirman que vivimos en la época de la confirmación del prejuicio. Muchos aceptan un argumento porque simpatiza con sus opiniones, no porque sea cierto; porque dice lo que quieren oír, no la verdad.
Tristemente esta epidemia pega en muchos temas cotidianos. Tal vez uno de los casos más escandalosos -que es el término preciso- fue en un tema médico de alguien cercano. Sigue con una infección que no le ha dejado desde enero. Se cura y recae con periodicidad pasmosa. El médico atribuyó -en Semana Santa- que se podía deber a un raro síndrome. Porque ofrece una serie de datos atípicos. Pidió análisis exhaustivos. Salieron todos negativos.
¿El detalle? Que la ausencia de fiebre aunado la excesiva sudoración de su paciente y el corazón latiendo extraño sólo podía ser por ese raro síndrome. De allí que ordenara los estudios. No consideró que parte del problema eran tres horas de espera, en plenas vacaciones de Semana Santa, en una pequeña salita llena de gente y con niños corriendo de aquí para allá por horas.
Total: no estaba enfermo y mucho menos grave: estaba acalorado y había corrido todo el pasillo para entrar a la consulta cuándo lo llamaron tras horas de espera. Fue un diagnóstico erróneo basado en un análisis fallido. Sudaba por el calor, no por la enfermedad; tenía el corazón alterado por la carrera. Y sí: traía una infección que remitió antes de los análisis.
Otro análisis fallido.
Este es un caso un poco más personal: tras una primera reunión, quedé de llamar a alguien para volvernos a ver. Pero se me complicó el tema monetario y la agenda. Así que no hice una segunda cita porque no tenía dinero para repetirla. La persona en cuestión -a pesar de que se lo comenté- dudó que fuera el tema dinero. Pensó que habían muchos otros factores en juego: desde la filiación política hasta que solo había fingido interés en el proyecto común.
No, simplemente que algunos clientes me pidieron citas en días y horas que habíamos considerado posibles para la reunión. Empalme de agenda, pues. Agreguen que, en efecto, la liquidez se me complicó: clientes que optaron por pagar proyectos hasta la aprobación final del proyecto integrado y no tras la aprobación de mi parte del proyecto, por ejemplo. ¿Su análisis? Que me daba pena decir que no. Y que el no ser claro al poner una fecha era, simplemente, porque «algo ocultaba». ¿La solución? Buscó otro socio para su proyecto. Y, al final, le saldrá más caro, de menor calidad… pero afín a su análisis fallido. Ni modo. Errores que salen caros.
Otro ejemplo: hay quien me dijo que el proyecto del que les comenté el viernes pasado «no iba a salir bien». A final de cuentas, se basan a que «Escribe Hoy» no ha funcionado del todo. Pero ¡oh paradojas! Escribe Hoy tiene agendada una conferencia en el ITAM el próximo martes 24; y el nuevo proyecto ya tiene ocho interesados a menos de un día de anunciarse. Se equivocaron radicalmente, sospecho. Pero bueno, su análisis de que no serviría se basaba en sus opiniones sobre hechos del pasado.
Análisis fallidos electorales.
Tal vez el tema que en este momento más abunda una antología de análisis fallidos es en lo electoral:
- La victoria de AMLO es imposible de evitar. Falso: él mismo ya ha «reventado» ventajas de 20 puntos. Hillary le ganaba a Trump el día de la jornada electoral en todas las encuestas hasta las 8 pm en que empezó a voltearse el resultado. Recientemente en Costa Rica el gran favorito acabó perdiendo por 20 puntos. Nada es imposible, y menos si se basa en una encuesta.
- Meade va a ganar, porque el PRI no puede perder. Falso: muchos priístas le apuestan a su «maquinaria electoral», infalible y eficaz, para «hacer ganar al pato en la pelea de gallos». Sí, en el pasado era imbatible. Pero perdió en 2000 y llegó a tercero en 2006. No basta la maquinaria, en parte porque ni las propias bases acaban de simpatizar con un candidato externo.
- El Frente amplio que unió izquierdas y derechas es el mayor avance electoral desde Reyes Heroles en 1978. Falso: es una suma de membretes, que en las bases no está jalando bien porque para muchos militantes del PAN y PRD, su mayor enemigo no era el PRI, sino su opuesto ideológico. Anaya puede estar haciendo una buena campaña: dudo que se transforme en los votos suficientes para darle el gane. Se ve interesante en papel; no basta para operar el día de la jornada electoral.
Y eso con los partidos grandes. Digo, no descarto la victoria de cualquiera de los tres. Y sabemos quién tiene, hoy por hoy, mayor probabilidad de llegar. Pero eso no es definitivo aún. No hay que tratar ninguna victoria o derrota como segura estos días. Faltan más de dos meses y tres debates formales para que un tema «destruya» los escenarios.
Análisis fallido con los chiquitos.
También con los candidatos independientes ocurren los análisis fallidos. Vean si no:
- Margarita ganará porque atraerá a los panistas molestos con Anaya y a los calderonistas (millones, según ella) más a las mujeres. No; sin duda es una campaña interesante, pero dista de ser competitiva. Porque todas esas categorías existen; pero son cuantitativamente muy pequeñas y no han podido conectar con la masa.
- Peña Nieto ordenó al tribunal meter al Bronco para golpear a AMLO y luego retirarlo. Sí, entre más candidatos más se divide el voto. Y fue notable la maroma argumentativa para que la semana anterior el Tribunal negara que el uso de fotocopias de credenciales de elector para validar firmas en pro de candidatos independientes; pero luego se dice que «no se respetó su derecho de audiencia» y va para adentro de manera extraña. Tal vez hubo orden presidencial, pero ¿De verdad creen que un presidente débil y acosado hará algo así, sin dejar huellas y sin riesgo a que salga a la luz? Es complicado sin duda…
- Rios Piter entrará con el mismo criterio de Bronco. Complicado, porque Bronco estaba a menos de 75 mil firmas de la meta y «dejaron de revisar» porque creían que no lo lograría. A Ríos Piter le faltan más de 900,000 firmas, que la propia App dió como falsa…
Total, un presidente considerado débil, sin liderazgo, incapaz de hacer nada, puede generar un complot del más alto nivel, incluso negociar la entrega de la banda presidencial a AMLO, sin que nadie se entere y con toda la eficiencia y eficacia del PRI histórico, que cuándo el presidente preguntaba «¿Qué horas son?» contestaban: «las que Usted ordene señor presidente». Lo lamento, eso ya no pasa tan así. Algo no me cuadra: es también el detalle del análisis.
Conclusión: No todo es lo que parece.
A final de cuentas, en enero de 1917 los Bolcheviques representaban menos del 2% de la población rusa; para diciembre, habían sacado al Zar, controlado la mayoría del parlamento ruso (la Duma) y dominaban el gobierno. Obvio, con una mayoría impensable un año antes. Hoy es una elección nueva, diferente: más de 25% del padrón son jóvenes que votarán por primera vez, y que con las redes sociales y una cámara pagada en cada celular, podrán hacer lo que quieran con el manipuleo o con los cazamapaches de lo que se había logrado antes.
Calma, amigos, calma: falta rato para saber quién gana. Lo que sí les aseguro: los análisis tajantes no garantizan nada, si lo único que garantiza su validez es la conformidad con las propias opiniones. Y ¡oh paradoja! Eso es cierto… también si leen este análisis y les hace sentido.
Imagen de hoy Xataka