Estoy seguro que a todos les ha pasado algo similar. Tuvieron un proyecto que les comprometió la vida, el tiempo y todos los recursos. Y de repente, se acaba, concluye o llega a la meta. Y entran en un bajón fuerte. Esa sensación que algunos llaman «burnout» o agotamiento. Simplemente, te quedas sin muchas energías. Y, además, sabes que eso implica un cierre y un cambio.
Eso me pasó al final del NaNoWriMo. Y más por pensar que hacía tiempo que no podía completar uno y tener el rol de Municipal Liaison al mismo tiempo. Además de que por primera vez logramos tener más de ocho eventos en el mes, lo que implicó mucho tiempo, algo de dinero y todo el ánimo.
Y sí: me quedé con la sensación de que hay poca energía para acabar los proyectos del año.
Bajón final
Creo que algunos lo han notado: en Facebook casi no estoy (más allá de las «frases famosas»). En Twitter le he bajado el ritmo. En otros proyectos, también. El motivo es esa falta de ánimo y la fatiga que implica.
También he dejado de hacer otros hábitos. Tal vez tontos o inútiles, pero eran constantes: pesarme y medirme la presión, por ejemplo. Ver Netflix en las noches. Avanzar con el Duolingo e incluso contar las actividades diarias en WunderList. ¡Vaya! Reconectarme al hábito de escribir me desconectó de muchos otros hábitos que dejé de hacer durante noviembre.
Hay momentos en que me gustaría acostarme a hibernar lo que resta del año. Y si fuera posible, hasta la próxima primavera. También hay hábitos nuevos que tienen que arraigarse. Pero van demasiado lentos.
En fin… Sí, estoy satisfecho con lo logrado. Y confieso que estoy muy cansado para intentar algo más, que sea importante, el resto del año. Pero… Veremos. Que igual y acabo sorprendido de lo que puedo hacer.
Imagen de hoy: Bajón by Shutterbug75 (Pixabay)