Llegó la fecha de las elecciones presidenciales de 2018. El momento de tomar las decisiones que tantos creen que cambiarán a México. El país será distinto el lunes, eso es seguro. ¿Será mejor? Tal vez no. Pero distinto, seguro que si.
Muchas personas que me conocen están muy extrañadas de por qué en esta elección no me involucré directamente. Desde que recuerdo me interesó el mundo de la política. He participado en cada campaña presidencial desde 1988. En algunas, de manera prominente. En otras, apenas en un par de eventos. Fui funcionario electoral. Incluso, he sido candidato. Derrotado, sí; pero candidato al fin. (Uno bastante bueno: con tres mil pesos de campaña ganamos siete mil votos. A 50 centavos por voto, es una de las campañas más eficientes que se han hecho). Eso me permitió acercarme a plantear algunas propuestas que se hicieron ley o que fueron políticas públicas exitosas.
Pero esta vez… no sólo no me acerqué a campaña alguna. Prácticamente no opiné de política de manera activa en redes. No como lo hice en 2016. O una de las entradas más exitosas del blog, sobre la elección de 2012. De hecho, lo habrán notado, me alejé bastante de todas ellas. Eso va a cambiar a partir del lunes, por cierto. Pero obedece a una razón importante. Adicional a mi opción de ser escritor profesional.
No es por falta de ganas
No, no fue por falta de oportunidades. De hecho, fue por exceso de las mismas. Tengo amigos en muchas partes. Exjefes que son candidatos ellos mismos, o que trabajan cerca de candidatos importantes. Recibí al menos seis invitaciones distintas a sumarme a diferentes campañas. Algunas, en buen nivel -a uno o dos cargos de los candidatos-. Opté por rechazar todas. De distintas campañas. De muchos partidos.
¿Por qué? Muchas de las mejores venían de candidatos con pocas posibilidades. Que, al final, no llegarían siquiera a la boleta. O cuyos nombres aparecerán, pero ya no compiten. O van demasiado abajo en las encuestas. Otras, de candidatos relevantes, venían con una condición: «NO hay dinero para pagarte. Pero si ganamos, en diciembre o enero, en cuánto entremos al gobierno, te compensaremos con creces». Perdón, pero mi trabajo vale y no estaba dispuesto a donarlo «a ver si pega». Ya lo hice en el pasado y eso no funcionó bien. (¿Recuerdan a Hillary? Su derrota me costó mucho. Y no sólo anímicamente). Además, trabajar de gratis «a resultas» me parece incorrecto en muchos sentidos.
Tampoco iba a aceptar trabajar con alguien con quien no comulgo en muchos puntos. Hoy, veo candidatos que han crecido, van bien, incluso, pueden ganar… pero que traen una agenda contraria a lo que creo y con lo que he trabajado en el pasado. Así, no se puede. Por buenos que sean.
Ejemplos de lo que no debe pasar
Así es que esta elección opté por verla un paso más lejos. Desencantado, además, por lo que me ha tocado ver muy de cerca. Por las experiencias recientes. Porque la gente buena que conozco en la política -que es mucha y en todos los partidos- suele ser desplazada por la gente mala, perversa, egocéntrica o inescrupulosa. Pero que, precisamente por salirse de las reglas o jugar en el límite, sigue adelante de manera destacada.
Un caso reciente: alguien que supe que en una campaña estatal cobraba por la asesoría en un partido, pero «donaba» tiempo en la campaña del rival. Y su despacho vendía asesoría en el tercer lado. Entiendo que un experto en un tema pueda ser consultado por los distintos candidatos. Pero cobrarle a uno para trabajar con otro, me parece terrible.
Pues bueno, en esta campaña presidencial estaba en un equipo, cercano al último gobierno en que trabajó. Y asesoraba «ex oficio» a otro. Hace poco ya la ví apoyando al puntero en las encuestas, denostando al gobierno de Peña. Nada más le faltó aparecer con El Bronco. Obvio, detectada su maniobra quedó mal en los tres lados. Y no dudo que, al final, le corten la mano con la iniciativa del Bronco.
Pero… esa persona sigue activa, metiéndose como la humedad y dañando a dónde llega. Irregularidades, falsedades, gastos no comprobados, malversación de fondos públicos… Lo que piensen, lo ha hecho. Y, de haber aceptado yo entrar a alguna de las campañas, hubiera sido mi superior.
Decisiones: Tan cerca, tan lejos
Así que esta campaña opté por no participar. Verla de lejos. Acaso un «periodo electoral sabático», al ser la séptima campaña presidencial que me toca vivir. Pero bueno, ha llegado el momento de tomar las decisiones: a quién votar, a quien apoyar en el voto.
Obviamente, en distintos cargos haré diferentes consideraciones. Hay candidatos que conozco en persona y con quienes he trabajado. Sé de lo bueno que son capaces. Los he visto. Confío en ellos y podría votar sin problemas por esas personas. Pero sus equipos y sus propuestas, me hacen dudar. Los mejores colaboradores que me consta que tenían, están lejos. Pero ahora tienen personas con las que he tenido diferencias. Serias, en torno a políticas públicas. No sé aún si valdrá la pena descontar el apoyo por una persona nefasta en el entorno del candidato. Tal vez… pero no sé aun.
Hay candidatos que en la vida había escuchado. A diputados locales, por ejemplo. Ninguno me suena. Hay otros que tampoco son los mejores. Por ejemplo, los candidatos a alcalde: o juniors de un gobernador saltimbanqui -va en su cuarto partido, creo- o políticos que aspiran al mismo cargo… pero por otro partido. A pesar de la mala memoria que dejaron en su gestión. Se pasan.
Y en la presidencial… a estas horas y faltando tan poco, sigo en el mismo dilema que les comenté en la Imposibilidad de Arrow y la elección presidencial. Difícil decidir aún. A los cuatro candidatos les veo aciertos y errores. Cosas que me gustan y otras que no. Políticas sólidas y estupideces acarrea votos. Y defectos, muchos defectos. Eso sí, el domingo iré a votar. Es lo único cierto. El momento de las decisiones es éste. Buenas, o malas, pero hay que tomar esas decisiones. Tan cerca, tan lejos… pero ya.
Imagen de hoy anieto2k
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Si, claro que voté. Saludos.
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Como siempre, muy buen artículo., y tienes razón, el día para votar está a la vuelta de la esquina y ya es tiempo de poner en una balanza las diferentes propuestas para tomar la mejor decisión. Saludos.
Muchas gracias por leer Silvia. Y espero que hayas votado. Saludos.