Esta semana fue una en la que avanzamos… hacia atrás en el tiempo. Me la pasé descubriendo nuevas herramientas para aumentar la productividad… pero que tienen la característica de tener un aire retro.
Por ejemplo -y aunque no lo crean- conseguí un viejo radio reloj despertador. La idea es poder dejar fuera de la habitación el teléfono celular, para que no sea lo primero que tome en el día ni lo último que deje de lado. A final de cuentas, lo puedo dejar cargando fuera y poner una bocina Bluetooth para escuchar la música que hay en él, sin quedarme de más en redes sociales o viendo cualquier cosa en Internet. Pero… ¿Un radio reloj despertador? Suena tan obsoleto, que… funciona.
Ya lo decíamos en «el pensamiento económico de Aristóteles«: un producto hecho con un solo fin en mente, cumple mejor con su tarea que uno que se hace meramente para ganar dinero, tratando de mezclar diferentes productos de calidad menor pero buscando que la multifuncionalidad sea uno de sus objetivos. Lo comparábamos con el iPhone -vean la lámina 11-. Claro que hoy estamos acostumbrados a que un smartphone haga varias tareas. Y las hace bien. Pero es algo contrario a lo que decía Aristóteles.
No fue la única herramienta «retro» que me encontré. Dejen les cuento de otras dos, que si bien son muy modernas me llevaron a dos décadas atrás.
Descubriendo Blinkist
Una de ellas me recordó al viejo «Book of the Month club«. Por recomendación de mi querido profesor Edmundo Flores me inscribí a él, poco antes de que Amazon irrumpiera en escena. Este boletín mandaba por correo -correo postal, no correo electrónico- un catálogo mensual de libros. Incluía una reseña y ediciones especiales. A través de ellos, conseguí una magnífica colección facsimilar de las novelas de Conan Doyle.
El objetivo del club era doble: primero, tener ediciones a precios reducidos. Y segundo, poder seguir novedades editoriales mediante su catálogo: de los libros nuevos incluía un resumen de una página. Así que con leer el catálogo sabías «que hay de nuevo», particularmente en los géneros que te interesaban. Algunos de los mejores libros que leí los conocí por allí. Viene a mi mente «el trabajo de las naciones» de Robert Reich, por ejemplo. Así, podías estar actualizado con poco tiempo y dinero. Suena bien, ¿no?
Pues bueno, me encontré la app Blinkist. La idea es que resume libros de no ficción en textos de no más de quince minutos de lectura, y te ofrece la versión en audio del resumen. Si te gustan, puedes pedir allí mismo el libro impreso. Digamos que pude «leer» seis libros en un día y escoger que, de ellos, solo uno me interesa en su versión completa.
Hay tres niveles: gratis, con un libro diario que ellos escogen de temas que especificas que te interesan; membresía normal que ofrece número ilimitado de resúmenes de libros por 50 dólares al año -menos de un dólar por semana- y por 80 dólares, audio en todos tus libros, sincronización con Evernote y con Kindle.
Pueden probar Blinkist descargándola aquí. Hay versión para iOS, Android y el sitio web. El primer día de uso es ilimitado.
Descubriendo el sonido de la máquina
La otra cosa… es una tontería, pero de esas que funcionan de maravilla. Encontré que es posible ponerle sonido «de máquina de escribir» a la Mac. La idea es que la retroalimentación al presionar una tecla es «como si» fuera una máquina mecánica. Así que, entre más rápido escribes, te estimulas a escribir más rápido aún. En este momento, el ritmo es casi como de ametralladora. Y les confieso que eso me hace entrar al «estado de foco».
Es relativamente sencillo hacerlo: abran «Preferencias de Sistema» y allí busquen «Accesibilidad»:
Luego, en «teclado» activen la opción «Activar teclas lentas» y vayan a «opciones»:
Por último, activen la opción «emitir sonidos al pulsar las teclas» y fijen el intervalo de aceptación a «corto». Es todo.
Les confieso que me encantó la opción. Eso si: hay que usarla cuándo estén solos o con audífonos, porque puede llegar a ser desesperante para los demás. Pero simplemente basta con hacer el proceso inverso para apagarla: «Preferencias del sistema/Accesibilidad/Activar teclas lentas» y quitar la marca de selección. Es todo.
Yo creo que el sonido de máquina me hace escribir más rápido porque me recuerda aquellos años en que llevaba el taller de taquimecanografía en la secundaria, con máquinas IBM eléctricas -esas de esferita– de las que teníamos que ganar el uso dominando la máquina mecánica. Porque solo había 4 en el salón. Llegué a marcar 500 golpes por minuto con menos de tres errores por página en dictado. Este sonido me lleva a esos años y me hace escribir mejor. ¡Qué cosas! Me la pasé descubriendo herramientas nuevas con todo el aire retro.
Acá les dejo el video de la entrada de hoy, por cierto.
Imagen de hoy Beige Alert y capturas de pantalla desde la Mac.