Ni modo. Hay días así. O semanas. Incluso meses. Nuestros lectores habituales se han dado cuenta de que van varias semanas de que no hay novedades en el blog Dichos y Bichos. De hecho, la última entrada, «Arte de comer» tiene ya más de un mes. Sí, hay que confesarlo: tal parece que hay una desinspiración constante. La musa se ha ido. Está ausente. Y, ¡oh paradoja! Ocurre en parte porque hay más tiempo libre. Pero, a la vez, ha llegado con menos inspiración para el día a día. Y es normal que de repente suceda algo así. A todos nos pasa y, debo confesarlo, puede ser una secuela de la pandemia que, por fin, me ha llegado también al ánimo. No es grato vivir de esta manera tanto rato.
Claro que es triste estar así. Pero tampoco es grave. Es decir, ante personas que han perdido familiares, amigos, personas queridas; que han visto morir proyectos o empleos, debo aceptar que la situación es triste pero no grave. Tal vez se ve más dramática porque es cercana. O porque la pequeña acumulación de detalles hace que se vean enormes y difíciles de resolver.
Desinspiración. Situación de vida.
Encontrar el motivo de esta etapa de desinspiración no es sencillo. Porque, por supuesto, hay muchos factores que pueden intervenir en ella. El cierre de etapas. La desaparición de proyectos. La incertidumbre económica y la percepción de que hay cosas que consideras importantes y que no lo son tanto… O que había metas que lograr que no se alcanzaron plenamente.
La enorme paradoja es que hay cosas que están dando éxito y generando avances en temas que me han sido fundamentales por mucho tiempo: por ejemplo, el cambio de hábitos en la alimentación va bien. Digamos que 20 kilos abajo es un buen resultado. Claro que de lo mejor es que ha sido sin medicamentos, sin ejercicio excesivo o sin pasar hambres. Y hay quien se sorprende que haya cambiado hábitos: ¿Pizzas, hamburguesas, refrescos, helados? Sí, son ricos; no, no me apetece comerlos ahora.
Pero en otros temas, hay cierto desánimo o desinterés. Claro que parte de ello es por el cierre de ciclos. Por ejemplo, el hecho de que casi todo este semestre acompañé a mi papá a su clase -casi como adjunto- en lo que puede ser su último semestre en nuestra institución -50 años después de haber llegado-. No es sencillo dejar ir.
Por otra parte, un proyecto que me tuvo muy animado y me dio buenos resultados y buen dinero llegó a su fin. El resultado es bueno; aún no es óptimo. Faltó tiempo. El problema es dejarlo ir antes. Y adaptarme a tener más tiempo libre -y menos dinero disponible-.
Debo confesarlo: el ánimo de escribir y ser escritor está relativamente frenado. Y no porque no quiera: no tiene mucho sentido económico cuándo se venden entre dos y ocho ejemplares al mes. Pero, del otro lado, hay quien me dice que parte del problema es que escribo en español y no en inglés, y que el mercado es pequeño. Y más si no hay novedades editoriales disponibles.
Esto también pasará.
Algo que me mantiene muy animado es recordar esa frase de los estoicos: «Esto también pasará». Lo bueno, lo malo; lo incómodo o lo terrible también dejará de ser tal como es hoy. Todo pasa. Lo único permanente es el cambio, y en la medida en que mejor te adaptes a él, te irá mejor en la vida.
Lo preocupante es cómo sobrevivir esta etapa. Porque, para ser franco, cuesta mucho trabajo escribir algo nuevo… y sin escritura nueva, los demás proyectos se sienten lentos. Porque, a final de cuentas, lo que más le gusta a un escritor es escribir.
¿De qué manera pueden ayudar a superar el desánimo? Simple: vayan a mi página de autor en Amazon y adquieran algún texto, sea en libro electrónico o en impreso. Porque, parafraseando lo que decía el buen Vicente Fernández, «si ustedes no dejan de leer, yo no dejo de escribir».
Imagen de hoy: Pixabay en Pexels.com. Aviso: La liga a Amazon es una liga de afiliado de productos del mismo autor. No se recibe compensación adicional a las regalías de los libros adquiridos. Conste.