En la entrada anterior comentaba que a raíz de una sugerencia de @inviernofunk me aproximé al trabajo del físico francés Jean-Pierre Garnier Malet y su esposa Lucile. Él propuso en 1988 la teoría de «el doble», basado en la mecánica cuántica. Aunque es un tema un tanto complejo, procuraré explicarla de manera sencilla aquí.
De acuerdo al Principio de Incertidumbre de Heinsenberg, no puedes saber al mismo tiempo la dirección, velocidad y ubicación de una partícula subatómica. Es decir, puedes saber dónde está y hacia dónde va, pero desconocerás la velocidad. Puedes conocer la velocidad y dirección, pero ignorarás su ubicación. Si sabes dónde está y a qué velocidad se mueve, ignorarás hacia dónde se mueve. No puedes saber las tres cosas. Porque en realidad se comporta de distintas maneras, y es cuándo la observas en que se «fija» en una posición. Esto es, el acto de observarla modifica su comportamiento.
Si me perdonan la similitud, es cómo cuándo eliges a una persona para un focus group: al saberse observada, cambia su comportamiento «normal» y no se porta como lo hace en otras condiciones. Así que lo que observas no es la Verdad, sino una verdad influída por el hecho de saberse observado. O como dice el refrán, «al ojo del amo engorda el caballo». En realidad no: existen dos posibles caballos, uno gordo y uno flaco. Cuándo el amo lo observa.. engorda. Cuándo no, es ambos a la vez.
Bueno, no del todo. El refrán refiere a que, bajo el cuidado de un administrador, las inversiones florecen. Pero ayuda a entender la idea del «doble».
La conducta doble
Entonces, para entendernos: un electrón está al menos «en dos lugares a la vez» mientras no se le observa, y se colapsa en un solo lugar al momento de tratar de verlo. Esto ya se ha demostrado científicamente: se han podido obtener fotografías de una misma partícula simultáneamente en dos lugares a la vez. (Nanofotografías de duración infinitesimal, pero se supone que ya se hizo). Puede entonces un mismo elemento comportarse como onda o como partícula.
Si una de esas potenciales partículas se acerca a un agujero negro -y más si entra en él-, percibirá el tiempo de distinta manera que la que se quedó afuera. Puede entonces viajar al pasado o al futuro, recibiendo una versión diferente de la realidad. En distintos momentos. Es como si esa partícula pudiera «ver el futuro» o «vivir el pasado» antes de colapsarse de nuevo en el presente.
La hipótesis de los Garnier Malet va en ese sentido: dado que ocurre en las partículas subatómicas, también ocurre en nuestro nivel. Todos tenemos un doble. Un doble con otras peculiaridades pero vinculado a nosotros. Ese doble tiene una vibración energética distinta. Es un doble que vive en un mundo con otro tipo de percepción del tiempo. A final de cuentas, un doble que puede ver el futuro -todos los futuros posibles- o volver al pasado. Un doble que justifica hechos como los que suceden en Clara Sandra solía soñar o en El Tesoro de Cuauhtémoc. Hasta aquí la parte de física cuántica.
Tu doble, según Garnier Malet
Lo que sigue es la interpretación de esa teoría: según los Garnier Malet, tu doble tiene la capacidad de ver el futuro o el pasado, y de darte intuiciones de lo que vendrá o recordarte lo sucedido. Pero a ese doble no puedes observarlo, porque en el momento en que lo observas, se colapsa en el presente. Es como si fuera tu cuerpo de carne y hueso -en el presente- y tu «alma», «espíritu» o «cuerpo astral», capaz de ir al pasado o al futuro; de moverse a lugares distantes. Estar sin estar.
¿En qué momento se conectan? Cuándo estás a punto de irte a dormir o cuándo recién estás despertando, en ese momento de poca conciencia de tu realidad. En la «Twilight Zone». Allí pueden estar simultáneamente activos en el mismo lugar y al mismo tiempo. A veces, muy a veces, cuándo en tu trabajo te sumerges mucho y pierdes la noción del aquí y ahora -entras a la zona Zen de Bradbury, de la que ya hemos hablado-. En ocasiones, ante peligros, enfermedades o muerte. Y si, ocasionalmente en intuiciones, corazonadas o cosas similares.
Pueden ver dos formas en que este «viaje en el tiempo» y «realidades en los sueños» ocurren: vean las películas «El origen» (Inception) o «La llegada» (Arrival). En una, los sueños dentro de los sueños «alentan» la percepción del tiempo. En la otra, hay intuiciones de lo que viene o de lo que pasó.
Quién hace qué. ¿Tú o el doble?
Debes tener en cuenta este dato curioso: tu «yo original», el material, puede crear futuros posibles. Los imagina, los verbaliza, los plantea. Pero es ese «yo inmaterial», el doble, el que los hace realidad. Pero no puede crearlos ni modificarlos: eso es cosa que escapa a sus capacidades. Así pues, debes coordinarlos a ambos para hacer un mejor futuro.
Lo ideal, sugiere, es que poco antes de irte a dormir le hagas preguntas sobre el futuro, sobre los logros y desafíos de tu día, sobre los problemas que te acontecen, y le pidas respuestas. Entonces, en el momento en que no lo observas y puede viajar libremente por el espacio y el tiempo, buscará respuestas y te las dará en la mañana.
La forma en que lo hace no es directa: son esas intuiciones, corazonadas y demás. Son de repente las imágenes o sonidos que por esa vez te parecen diferentes. Es la llamada de un amigo que no esperas que te hace comentarios sobre el problema del que no le habías contado. Es… Lo que les contaré el siguiente miércoles. Porque ya me dijo mi doble que volverán a leer más. Acá los esperamos ambos.
Imagen de hoy: Brian Walter via Compfight y cortesía blog BlogThinkBig.