Nació el hijo de Kate y William Windsor. Uno más de millones de individuos que llegaron a la tierra este mismo día. Entonces… ¿Por qué el revuelo? Simple: porque el pequeñín de referencia se vuelve el tercero en la línea de sucesión del trono británico. Puede llegar a ser Rey de Inglaterra. Es, en sentido estricto, un «bebé real» o mejor dicho, «de la realeza».
La verdad es que en las Américas seguimos sin entender plenamente el significado de la monarquía. Claro que las dos veces que se trató de instalar en México (con Agustín I y luego con Maximiliano I, quien vivió en el Castillo de Chapultepec, único castillo de América en que ha vivido un monarca reinante) fracasó rotundamente. Y hemos tenido presidentes con más influas y poder que muchos reyes. Pero el chiste de la presidencia es que es electa y temporal, en tanto que la Corona es por selección «divina» (se nace para rey) y vitalicia… aunque a veces, como en Bélgica se pueda renunciar a ella.
Para darnos una idea: la monarquía británica lleva en el poder de manera casi ininterrumpida poco menos de mil años. Arranca formalmente en 1067. Es cierto que ha sabido adaptarse a los cambios, por ejemplo, al ser la primera que aceptó una Constitución que limitaba sus poderes (la Carta Magna), que hay partes de Inglaterra en dónde la Reina no puede entrar sin permiso (a la City de Londres, por ejemplo, ni a su sede el Guildhall, que goza de esta autonomía desde… 1067). Para darnos una idea, la antigüedad de esa monarquía es 5 veces más longeva que la vida independiente de México. O también es cierto que lleva «solo» 11 familias reinantes. O que Isabel II recién festejó 60 años en el trono. O que ha frenado dos revoluciones «republicanas». Que fue el mayor Imperio del mundo, y que hoy la Commonwealth o «patrimonio común» sigue generando referencias para países tan distantes como Canadá, India o Australia (por ejemplo, que la Reina siga apareciendo en las monedas y timbres).
Total, que si se muere su bisabuela Isabel, el Rey sería su abuelo Carlos. Y a falta de éste, su padre William. Y el nuevo bebé podrá ser Rey… si bien le va en la segunda mitad de este siglo. La abuelita no tiene para cuando dejar el trono, y muy probablemente abdique a favor de su nieto William, dejando a Carlos con un palmo de narices… y con un Rey treintañero. Por lo que, si William reina lo mismo que su abuela, su hijo recién nacido será rey… a los sesenta años de edad, hacia el 2077. O con un poco de suerte, sería «el rey del Milenio inglés» en 2067.
No olviden también que, desde que su antecesor Enrique VIII quiso «descasarse» de su esposa Catalina y casarse con Ana Bolena -a quien luego le cortó la cabeza-, el monarca inglés es también cabeza suprema de la Iglesia Anglicana. O sea, que este bebé será además de rey, cabeza de una Iglesia cristiana de amplia tradición y presencia. Por cierto, su hija con Catalina, María, y su hija con Ana Bolena, Isabel, serán ambas reinas de Inglaterra, la célebre «Bloody Mary» y Elizabeth I (quien muere sin dejar descendencia, acabando así con la casa reinante de Tudor y cediendo el poder a la casa de Estuardo).
Y no hay que hacerse bolas: si bien el Rey es símbolo y cabeza del Estado y tiene un cargo vitalicio, el pueblo vota por el gobierno y, al ser un sistema parlamentario, puede quitar a un Primer Ministro -cabeza del gobierno- cuándo quiera y no tiene que esperar un sexenio. Por ejemplo, Isabel ha gobernado con 13 personas diferentes como Primer Ministro en sus 60 años al frente del reino. Once años con Margaret Thatcher.
Total, que el mérito del «Bebé Real» es que es parte de una cadena de mil años en que, hasta ahora, 44 personas que han sido «Rey de Inglaterra» (si su padre y su abuelo gobiernan, será el 47º Rey). Comparemos: desde 1851 México ha tenido 45 presidentes -y un emperador-. Y dado que ya se sabe cuál será su trabajo, desde muy pequeño se le formará para ello. Por ejemplo, su padre, su tío y su abuelo asistieron a exclusivos internados y sirvieron en el Ejército de su país. Esa será parte de su «ruta de vida». Eso del «bebé real» es parte de una tradición que no acabamos de entender y que sugiero respetar. Que, a final de cuentas, ha dado prosperidad e identidad a su pueblo, un sentido de permanencia y de logro, un elemento de unidad perenne. Y algo realmente notable: instituciones permanentes, que saben también adaptarse a los cambios. Y aunque para el individuo recién nacido sea un mero azar haber llegado a esa familia en particular, de él sí podría decirse «que en el cielo su eterno destino / por el dedo de Dios se escribió».
Y para darnos una idea de lo que eso implica, tras haber leído esta mini historia y reflexión sobre la monarquía británica… los dejo con el himno «Dios salve a la Reina» interpretado en la ceremonia del Jubileo 60 de su Majestad Isabel.
Imagen de hoy por Tambako The Jaguar via Compfight; video desde YouTube