Sorpresas…

Esperar...

Esperar…

Hay quien pasa la vida esperando. Esperando un momento especial, algo que ilumine su día, que haga un romance algo inolvidable. Que llegue un aumento, o un ascenso, o el final de su carrera… y no aparece.

En casa de mis abuelos había una lata de caviar que habían comprado para celebrar «un día especial». No la abrieron cuando cumplieron 25 años juntos, ni cuando llegaron a 50. No la abrieron cuando nació su primer nieto, ni cuando nació el segundo. Ni para celebrar a su primer bisnieto. El manjar, conseguido con tanto esfuerzo en una época en que era un verdadero lujo ameritaba una ocasión especial. ¡Vaya! No lo abrimos ni cuando murió la bisabuela, ni a la muerte del abuelo ni a la muerte de la abuela. Era de ellos, esperaremos a que vengan por su regalo especial… tal vez en otra vida.

Pero de repente ocurre lo contrario: algo que no esperas sucede. Llega una llamada que dabas por descontado que nunca iba a ocurrir. Reaparece un amigo. O un ex jefe. O una persona largamente separada se aparece en una foto. O suena una canción que habías olvidado el título. Simplemente, ocurre una sorpresa inesperada. Y entonces, sólo entonces, sonríes.

Hoy me enteré que una querida amiga había terminado con su novio. Hace poco menos de un mes se le veía feliz y radiante, planeando su boda. Parece que no ocurrirá. Muchos años de relación se fueron al traste. ¿El motivo? Se dio cuenta de que quería más tener una boda que casarse con él. Y que le descubrió una amante. En realidad, ella era «la otra»: la supuesta amante estaba en una relación con él «desdendenantes». Y si, rompió la rutina, llegó antes… y le cayó en el hecho. Pobre… Pero fue una sorpresa «a tiempo».

También me enteré hace poco de una amiga que está en plena depresión. Se acaba de dar cuenta que el reloj biológico dio su última campanada. No podrá ser madre. Se quedó esperando tanto tiempo a «Don Perfecto» que hoy su pareja es «Don Nadie». ¿Y todo por qué? Porque quería casarse antes de tener hijos, pero… el último galán era casado y no le había dicho que ya se había hecho la vasectomía. Y fue hasta que ella se hizo exámenes de fertilidad y salió normal, que se enteró de ello. Cortó al novio y se deprimió seis meses. ¿Resultado? Ya entró en la menopausia (un par de años antes de lo que esperaba; ya confirmado por su ginecólogo). Esta fue una sorpresa «a destiempo».

Tal vez por eso quiero re-recomendarles algo que he dicho varias veces: nada mejor que estar presente, en el aquí y en el ahora, y estar atentos a los presentes que la vida te manda. No esperes de más, no desperdicies lo que si tienes. O corres el peligro de estar a destiempo de todo en la vida. ¿Alguien gusta caviar con 60 años de añejamiento? Porque hoy parece un día especial: estoy vivo. Y eso basta.

 

 Imagen de hoy, Diogo Martins via Compfight

Un comentario

  1. Gonzalo: acertado y dulce. Animas mucho. Vivir el presente . Sigue haciendonos el dia.

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